Indignados, sorprendidos y rabiosos. Así se sentía la mayoría de músicos y cantantes consultados ayer por DIARIO de MALLORCA, a quienes no les cayó nada bien la noticia de que el ayuntamiento de Palma está preparando una nueva ordenanza que limitará su actividad en la vía pública.

"Ni que fuéramos tantos –se quejaba Paco Moreno, un flautista que trabaja en la calle Sant Miquel–. A eso se dirige todo: a controlar cada vez más a las personas y a no dejarles ningún hueco donde se puedan ganar la vida fuera del sistema". Respecto a si cree que su actividad puede resultar una molestia para los vecinos, señalaba: "Puede que el que vive aquí arriba oiga un poco el sonido de la flauta, pero no soy una gran molestia". No obstante, reconoció: "Hay artistas callejeros que hacen mucho ruido, y la verdad es que hay muy pocos que sean profesionales. Eso es lo que se tendría que controlar, que exista un mínimo de profesionalidad".

Nadca Gozyieva, por su parte, toca el violín en la misma calle desde hace tres años y aseguró que no representa una molestia para los vecinos y que las quejas, cuando las hay, "provienen de los empleados de las tiendas". Tiendas que, tal como pudo comprobar este rotativo, ponen la música en el interior del local tan fuerte que ésta se escucha desde la calle.

Zinaida Abanovich es cantante de ópera, y desde hace tres años se vale de un pequeño amplificador para sus actuaciones: "Lo necesito porque es imposible cantar ópera sin orquesta, pero no molesto a nadie porque pongo la música bien bajito", aseguró. Respecto a la eventual regulación, dijo sentirse "asustada y rabiosa" ya que sus actuaciones en la calle son su único medio de subsistencia: "Yo estoy operada de la espalda y no encuentro trabajo. Esto no es un hobby para mí, yo como con lo que recaudo cada día. Lo que tendría que hacer el Ayuntamiento es regular que en las calles actúen profesionales. Y yo lo soy: he cantado durante 30 años en la televisión y la radio públicas de Bielorrusia".

Similar opinión tenía Mariano Miranda, quien entre furioso e indignado señalaba: "La libertad de los demás empieza donde termina la mía, pero el problema es que al Ayuntamiento no le interesa la cultura ni los artistas de verdad, los profesionales. En este sentido está a años luz del de París, que los trata muy bien, y donde los artistas como yo pueden trabajar como autónomos".

Mariano también usa un pequeño amplificador, y actualmente actúa en Dalt Murada: "Antes estaba en la calle Sant Miquel y en Plaza Mayor, pero como recibí muchas quejas y denuncias me vine aquí donde nadie se queja". Y como colofón, subrayó: "Lo que tiene que hacer Cort no es regular a artistas profesionales como yo, que tengo cuatro premios internacionales, sino a los mangantes y a los que improvisan. El próximo paso será que nos tirarán gases lacrimógenos".

Antonio Pé es italiano, y su didjeridoo se escucha desde lejos: "Cort se equivoca porque no molestamos a la gente y le damos vida a las calles. El problema es que le tiene miedo al gran poder de la música", dijo.