Vestidos de marineros, de policías, de soldados; montando a caballo o navegando, incluso volando en bicicleta sobre la luna como en la escena de E.T., los Playmobil casi vuelven a la vida en la sala grande del Casal de Joves Litoral. Más de un centenar de estas figuras, repartidas en seis grandes ambientes y en más de una docena de escenas, componen la exposición homenaje a este muñeco de culto que han querido organizar los dinamizadores de este local de la playa de Palma con la ayuda de las aportaciones de una decena de personas.

Abierta al público desde el pasado viernes, en la muestra se incluyen los muñecos de los propios promotores de la idea. "Jugaba con ellos cuando tenía 7 años y nunca los quise tirar", comentaba Antonio Reaño, uno de los organizadores, quien ha prestado a la idea todas sus figuras y animales a escala de la granja Playmobil, a la que ha rebautizado como Casal Litoral, en cariño a la sede que acoge la muestra.

El césped artificial para la hípica; pintura de agua para la marina; serrín para los cultivos... La versatilidad del juguete creado en 1974 ha permitido reproducciones de todos los roles posibles, pero esta vez de forma mucho más profesional. "Es como siempre quisimos jugar, como cuando los veías en la tele", comentaba Antonio sobre los múltiples decorados que hay distribuidos por la sala. Incluso han colgado ambientes del techo, que deben contemplarse mediante un espejo tumbado. "Para cambiar la perspectiva, para aprovechar otros espacios"; aclaraba Antonio.

"Les ofrecimos el lugar y el resto lo han creado libremente", aclaraba Lídia Aranda, la otra dinamizadora del casal, sobre la forma en que ha sido concebida la exposición. Los colaboradores han compuesto escenas desde nostálgicas hasta psicodélicas, expresándose mediante el cariño que guardan al muñeco: una habitación de hospital –recuerdo de una reciente estancia–, ´grafiteando´, pescando, escalando, conciertos, accidentes, y fusilamientos, todos los cuadros caben en esta sala, de la que su inventor, Hans Beck, fallecido recientemente, se sentiría orgulloso, pues continúa avivando la llama del referente de muchos niños que ya son adultos.