Hay cafés especiales. Por su ubicación, por su local, por su ambiente, por alguno de los productos que ofrecen a los clientes o por el trato que dispensan.

Un café singular de la ciudad es el de es Pes de sa Palla. La plaza en la que abre sus puertas y que le da nombre es una de las más acogedoras del casco antiguo. Su denominación evoca la ciudad perdida, igual que ocurre con es Pes de sa Farina o es Pes des Formatge. Ha desaparecido el porche central en el que se pesaba y vendía la paja, pero su entorno sigue siendo privilegiado, con las torres de la Almudaina de Gumara o el viejo cuartel de intendencia en sus inmediaciones.

La antigua cafetería de la Assistència Palmesana, una sociedad de socorros mutuos fundada en 1853 cuya actividad derivó progresivamente hacia los servicios culturales, fue modernizada por el arquitecto Jaume Carbonero en 1996. Introdujo materiales nuevos y una estética actual, pero conservó sabiamente el aroma de los viejos cafés. Su interior y, sobre todo, la terraza de la plaza invitan aún a la tertulia reposada con los amigos o al embobamiento transitorio de los sabios que son capaces de disfrutar y contemplar la vida sin necesidad de seguir ni perseguir su ritmo alocado.

Su oferta va desde el bocadillo hasta el menú diario. Pero el humilde pan de cada día y la carta, con 14 platos a elegir, se presentan con una elegancia más propia de grandes restaurantes que de una cafetería de barrio humilde. Un ejemplo del mimo de la cocina son platos como la crema de coliflor ecológica con virutas de serrano o el risotto de verduras ecológicas o el bacalao gratinado con all i oli sobre verduras salteadas. Buena parte de la materia prima procede de los huertos ecológicos que Amadip, que gestiona la cafetería, cultiva con mimo. Amadip es una asociación que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual,

El servicio, impecablemente vestido de negro, supera en atención al que se presta en la mayoría de los establecimientos más lujosos de Palma.

Hace unos años, uno de los gestores de Amadip me dijo que no quería que los clientes acudieran al café es Pes de sa Palla por lástima, sino porque quedaban satisfechos. Si lo visita, descubrirá que han superado con creces su objetivo.