Entre los aspectos más desconocidos de nuestro pasado se encuentra la historia relacionada con el mar. En concreto, la historia de nuestra Real Armada, a pesar de que en los últimos años se ha publicado un buen repertorio de novela histórica sobre el tema, sigue siendo una gran desconocida para la gran mayoría de españoles. En los combates navales de la época, las situaciones de supervivencia se llevaban al límite y allí se manifestaba lo mejor y lo peor del ser humano, dando lugar a grandes hazañas capitaneadas por auténticos héroes, cuyos nombres con el devenir del tiempo se han ido olvidando inmerecidamente. Recordemos a los almirantes don Blas de Lezo, don Juan José Navarro, don José de Mazarredo?o el mallorquín Antoni Barceló, conocido popularmente como "es capità Toni".

Barceló, nació en 1716 en la barriada del Puig de Sant Pere de fuerte tradición marinera. Era el hermano mayor de cinco varones, hijos de Onofre Barceló y Francesca Pont de la Terra. Onofre era patrón de un jabeque con sal en las venas. En 1720 se promulgó la real orden que establecía el correo entre Palma y Barcelona, haciéndose cargo el patrón Onofre. Muy pronto su hijo mayor le acompañó durante las travesías entre la isla y el continente, enseñándole a navegar. En pocos años Antoni Barceló ya tripulaba solo el jabeque. Pronto se ganó la fama de ser un buen marino. Tanto fue así que la Armada solicitó su ayuda para transportar un contingente militar de la Península a Mallorca, para desde la isla mayor intentar recuperar Menorca. En el otoño de 1738, mientras realizaba uno de esos viajes fue interceptado por dos naves argelinas, pero el joven Barceló, lejos de atolondrarse, se enfrentó a los sarracenos, dos contra uno, resultando ganador el patrón mallorquín. Esta demostración de habilidad y coraje le llevó a ser nombrado alférez de fragata honorífico, que era el grado más bajo del cuerpo de oficiales de la Armada. En 1741 volvió a ser uno de los protagonistas de un triste episodio palmesano: la captura en aguas levantinas de una pareja de enamorados: el teniente de Dragones, Manuel Bustillos -veinticinco años de edad y casado con una malagueña- y la monja del convento de clausura de la Misericordia (actual Banco de España en Palma), sor Elisabet Font dels Olors. El teniente había ayudado a la monja a salir del convento (ella ya había reiterado varias veces a sus padres y a la Superiora que no tenía ninguna intención de ser monja) y, después de varias peripecias, habían conseguido embarcarse en una tartana francesa. Después de que las autoridades conociesen la noticia de fuga, solicitaron ayuda a Barceló que de continente zarpó de Palma y al cabo de un día apresó el barco, devolviendo a la furtiva pareja a las autoridades de la Isla. Este hecho incremento todavía más su fama de hábil marino. Ya en 1749, cuando Mallorca sufría una preocupante situación ante la falta de cereales, Barceló ayudó, dentro de sus posibilidades, a transportar trigo lo que ayudó a apaciguar un poco el hambre entre la población. Ello provocó que su prestigio se extendiese entre el pueblo llano. El Comandante General propuso al marqués de la Ensenada una recompensa para Barceló. El Rey le ascendió a teniente de fragata sin sueldo. Aquella fue una época en que los ataques a barcos españoles por parte de piratas argelinos e ingleses era una constante. Durante estos años Barceló siguió actuando heroicamente en numerosas persecuciones y abordajes, y también fue ascendiendo, de forma honorífica, dentro del escalafón del Ejército. Esta situación duró hasta 1756 en que finalmente el Rey ordenó su ingresó efectivo en la Real Armada. Barceló siguió señoreando el Mediterráneo. En 1762 capturó al jefe sarraceno Selim, personaje que se había convertido en un auténtico peligro para las naves españolas. A bordo del jabeque El Atrevido, construido en las atarazanas del barrio de la Calatrava por mestre Joan Real, Antoni Barceló realizó otra de sus gestas gloriosas al capturar el jabeque berberisco de veinticuatro cañones y doscientos doce marineros Caballo Blanco. Como consecuencia del combate murieron sesenta y seis moros y diez marineros de El Atrevido. Barceló fue ascendido a capitán de navío con 12.000 reales de sueldo anual. La expedición contra Argel (1775), encabezada por el general O´Reilly, fue un fracaso y hubiese sido mucho peor si Barceló no hubiese actuado audazmente organizando la retirada. En 1779, Carlos III puso al mando de Barceló treinta barcos para iniciar el bloqueo a los ingleses en Gibraltar. En el Estrecho fue dónde el mallorquín puso en práctica sus pequeñas lanchas dotadas con cañones del veinticuatro. Su visión de resolver el problema de Gibraltar distó mucho del que tenía la Corte en Madrid. Fue en esa época cuando se agudizaron las tensiones entre Barceló y los oficiales de carrera. Barceló se retiró a Mallorca. Pero la situación en Gibraltar empeoró y el mallorquín volvió a ser requerido en el Estrecho. Tenía un plan, pero no tuvo tiempo de ejecutarlo al firmar España el Tratado de Versalles, en virtud del cual se reconocía la soberanía británica sobre el Peñón. Antoni Barceló fue ascendido a Teniente General. Aún resuena aquella cancioncilla que cantaba la marinería: Si el Rey de España tuviera / cuatro como Barceló / Gibraltar fuera de España, / que de los ingleses, no. Entre 1784 y 1786, Barceló realizó su última campaña dirigiendo los bombardeos a la ciudad de Argel, lo que provocó que los argelinos firmasen un tratado con España. Es capità Toni murió en Palma en 1797.

(*) Cronista oficial de la ciudad