La actual configuración de la plaza Mayor tiene su origen en las disposiciones municipales del siglo XIX. La idea fue recogida por Gabriel Alomar en 1943 y en su Plan de Reforma interior presenta unos dibujos del interior de la plaza muy similares a la imagen que ofrece en nuestros días. El gran arquitecto y urbanista formulaba dos propuestas más en torno a lo que llamaba Reforma número 4: unir la plaza y la Rambla con unas escaleras y crear una vía semicircular que, partiendo de la ciudad baja, era atravesada por un viaducto en la calle Sant Miquel, llegaba a la ciudad alta y enlazaba con la calle Manacor gracias a la apertura de un nuevo víal. La primera propuesta se llevó a cabo con ligeras modificaciones. La segunda, afortunadamente, no prosperó.

En 1969, buena parte de la plaza porticada seguía incompleta. Entonces el Ayuntamiento de Palma aprobó lo que los periódicos llamaron "la gran reforma de la plaza Mayor". La iniciativa suponía perforar el solar hasta llegar al nivel de la Rambla, salvando el desnivel de trece metros. El subsuelo de los 3.200 metros de superficie de la plaza tendría cinco plantas, cuatro destinadas a aparcamiento y una más a superficie comercial. En la parte superior se iban a construir dos edificios y completar el porticado, además de forrar de piedra las columnas y arcos de revoco.

El Ayuntamiento otorgó la concesión a Aparcamientos Insulares SA. Las obras comenzaron en julio de 1970 y se convirtieron en todo un espectáculo ciudadano. La perforación, la hipotética construcción de una calle subterránea que enlazara con Ferreria, la instalación de una pasarela colgante para unir Sant Miquel con Colom, el destino de la pasarela tras las obras... todo fue motivo de comentario entre los palmesanos. Cuando en 1973 se inauguró el aparcamiento subterráneo, el tercero de la ciudad después de los del Olivar y Berenguer de Palou, la plaza Mayor tomó su configuración actual. Por desgracia, los palmesanos pasan por ella más de lo que permanecen.

Fe de errores. En el artículo del miércoles se afirmaba que los soportales de piedra de la fotografía estaban junto a la calle Sindicat. Un lector, Guillem Mas, corrige con acierto que estaban en el lado de la Rambla.