La Autoritat Portuària es una institución potente. Tiene muchas competencias y presupuesto. Pero desde hace tiempo carece de algo muy importante. Sensibilidad hacia el ciudadano de a pie. Y sobre todo le falta conciencia del valor patrimonial de los puertos.

En cuanto a lo primero, no hace falta ser catedrático. Basta con viajar en barco para comprobar que mucho suelo brillante y superficies de cristal, pero los sistemas de embarque, las pasarelas, la señalización siguen siendo deficientes y tercermundistas. Y eso pagando como pagamos como viajeros unas tasas nada despreciables. Subir o bajar del barco con mal tiempo o si se tiene una cierta edad y se va cargado puede ser toda una aventura. Por más cristal que pongan en las terminales.

Lo del valor patrimonial del puerto es otro cantar. Un alto responsable me repetía hacia unos años: "El espaldón del Dic de l´Oest nunca se cerrará al ciudadano". Pues bien, meses después se producía el cierre con el agravante de la mentirijilla y la disimulación. Aduciendo obras de mantenimiento, se corrió el cerrojo de la puerta enrejada. Y todos los paseantes, parejas, pescadores de caña, paseadores de perros, jogginistas y yo que sé cuanta gente más se quedaron con un palmo de narices.

Cuando el tema salió a la luz, Autoritat Portuària se limitó a prometer un estupendo paseo por la parte del rompeolas. Iniciativa que no se ha cumplido hasta ahora, y han pasado varios años. Seguramente por la razón que explica el surrealista letrero que avisa a los viandantes: "Prohibido el paso en caso de agitación del oleaje". Es una manera de reconocer la peligrosidad de ir triscando por las rocas golpeadas por las olas. Aunque habría que saber qué entiende concretamente la Autoritat Portuària por "agitación". ¿Marejada? ¿Fuerte marejada? ¿Mar gruesa? ¿Habría que llamar al centro meteorológico antes de pasear al perro?

Lo cierto es que aduciendo unas obras, no sabemos si de ampliación del puerto o adecentamiento del rompeolas, se ha cerrado todo aceso al dique. El espigón, uno de los mejores miradores de Palma, queda prohibido. De forma harto chapucera, por cierto.