Muchos palmesanos hicieron la mili en el antiguo cuartel de intendencia de la calle Socors y todavía recuerdan los chuscos de pan que elaboraban para toda la tropa con la harina y el aceite almacenados en los depósitos del subsuelo. Tras años de abandono, el edificio militar del siglo XIX ha sido rehabilitado respetando al máximo su estructura original, como es obligado en todo inmueble protegido. Se han conservado los citados aljibes, que se pueden ver desde la sala de la planta baja, pero ya no se hará más pan. La intención de Cort es que se convierta en un centro de exposiciones y albergue además varias oficinas municipales.

La reforma del histórico edificio, que fue comprado con dinero de la ecotasa, acaba de finalizar. Ha sido realizada por los arquitectos del Institut d´Estratègia Turística (Inestur) del Govern, que cederá en breve las instalaciones al consistorio tras un convenio suscrito en 2005. Ana García y sus compañeros comenzaron el proyecto tres años antes. "En primer lugar hicimos un estudio histórico constructivo y una tomografía eléctrica y de georradar para escanear el subsuelo", como explica la arquitecta. Necesitaban saber qué tipo de cavidades y sedimentos había, incluso posibles restos humanos, ya que antes del cuartel militar allí se ubicaba el convento de Nostra Senyora dels Socors dels Pares Agustins. "No encontramos nada", afirma Ana García, una de las autoras junto con Bernardí Seguí, José Francisco Reynés, Vicente Cañellas, Maria Antònia Aguiló y Jaime Jiménez.

El conocido como convento de los Agustinos sufrió las consecuencias de la desamortización de Mendizábal. Tras su adquisición en subasta por parte de los militares, fue derribado. El proyecto del cuartel de intendencia se inició en 1865 y los últimos planos hallados son de 1876, pero el edificio aún no estaba acabado, detalla García. El Ejército quería esta construcción para poder abastecer a las tropas palmesanas sin tener que recurrir a la península.

Según dice la arquitecta, refiriéndose a los estudios históricos que realizaron antes de la reforma, "las obras se tuvieron que paralizar, ya que no había dinero para más, pero se enteraron de que el hierro de fundición se empezaba a usar en obras de Barcelona y, como era prefabricado y más barato, decidieron utilizar este material y aprovecharon la madera que tenían para hacer las puertas y ventanas".

La rehabilitación

Aquellos novedosos y esbeltos pilares continúan hoy en la planta baja, pintados de verde y reforzados, "porque son parte de la estructura, no están de adorno". Sin embargo, para adaptar el edificio a la Ley de supresión de barreras arquitectónicas se tuvo que rebajar todo el suelo, por lo que en la parte inferior de los pilares se pueden ver claramente los cimientos de antaño. La arquitecta explica que también tuvieron que poner "una losa de hormigón de diez centímetros de grosor conectada a la estructura originaria de madera para conseguir la resistencia necesaria de un local de pública concurrencia".

Las vigas de madera de esta planta son las originales, al igual que el sistema constructivo (llamado polanceau) usado en la cubierta inclinada del piso superior, aunque se ha reforzado con más vigas de hierro soldadas.

La documentación recopilada de los planos, cálculos de carga, mediciones, pliego de condiciones técnicas, etc. ha servido para comprobar que "el sistema constructivo ha evolucionado al mismo ritmo que el edificio", según las palabras de la experta.

En este inmueble de 1.720 metros cuadrados no todo es recuperación, sino que hubo que crear nuevas dependencias adaptadas a las necesidades actuales y siempre pensando que, en el momento del encargo arquitectónico, "no se sabía qué destino final tendría". Para ocultar las nuevas escaleras, el ascensor y el almacén se creó un muro de hormigón visto que podrá utilizarse además para llevar a cabo proyecciones audiovisuales.

La parte trasera del edificio es la más compartimentada, debido a que están los muros de carga, por lo que decidieron ubicar allí las oficinas (en la primera planta) y demás servicios, como aseos y la cocina del bar (en la planta baja). Esta última dependencia ha sido equipada con una campana de extracción especial que ocupa todo el techo.

Como el cuartel de intendencia se quiere convertir en un espacio expositivo, las boquillas del sistema contra incendios expulsarán agua nebulizada para evitar daños en las obras.

Lindante al antiguo recinto militar se encuentra el que fuera porche de entrada a la iglesia de Socors. Los arquitectos del Govern también lo han aprovechado para construir un pequeño edificio que tendrá usos administrativos y que se quedará el Ejecutivo balear.

Tras la reciente firma del final de obra y la inminente cesión al Ayuntamiento, ahora sólo queda que el viejo cuartel del siglo XIX se convierta en un referente del casco antiguo en el siglo XXI.