Los niños de Can Pastilla tienen este verano otro lugar donde bucear, además de la playa. Junto a la iglesia del barrio, la Fundació Macià Veny Veny ha abierto una biblioteca infantil en un local cedido por la parroquia, entre las calles Pàdua y Xaloc. Por ahora hay un millar de libros, que cuelgan de los estantes -distribuidos por edades- a la espera de niños con ganas de aventuras. Después de la siesta, las tardes son para la lectura, siempre vigilada por un grupo de voluntarios.

Los padres y hermanas de Macià Veny, un joven discapacitado de Can Pastilla que murió por un trágico accidente, querían "perpetuar su nombre haciendo el bien a cuantos se pudiera", en palabras de Maties Veny, el progenitor. Y deseaban que sus actuaciones beneficiasen a los niños, por lo que pensaron en la recién abierta sala de lectura debido a que en este barrio, "donde todo el mundo conocía a Macià y le tenían mucho cariño", no hay ninguna biblioteca y "los chavales están callejeando, porque no tienen dónde acudir".

Fomentar el gusto por la lectura es su objetivo primordial, aunque para el futuro tienen muchas ideas en mente, como hacer concursos de dibujo y redacción literaria, o traer un cuentacuentos para amenizar este espacio lúdico-cultural. Y, por supuesto, llenar las estanterías. La mayor parte de los libros son comprados, aunque también han recibido ejemplares de segunda mano en buen estado y lotes de la Fira del Llibre y la conselleria de Educación. A partir de septiembre ofrecerán servicio de préstamo para que los usuarios puedan leer en casa.

Una curiosidad, tal vez novedad en las bibliotecas de la ciudad, es que hay libros para niños en inglés, francés, alemán y búlgaro, además de castellano y catalán, y han encargado ejemplares en hindú. "La idea es intentar que los niños inmigrantes no pierdan el tesoro de su idioma".

El primer proyecto de la fundación, que se constituyó en 2006, estaba relacionado con el colegio donde estudió el hijo de Maties y Margarita, el centro de educación especial Mater Misericordiae, en el barrio de Son Gotleu. "Los primeros fondos se utilizaron para renovar el mobiliario de la sala de descanso del grupo de niños que se queda en la escuela después de la hora de comer". Adquirieron asientos ergonómicos para todos ellos, detalla.

Siempre piensan en hacer cosas que les recuerden a su hijo, como su colegio, su barrio y su discapacidad. En este último caso, el futuro les lleva a buscar un terreno rústico para la asociación Amadiba, ya que "el trato de los niños discapacitados con animales, como conejos, gallinas o algún potro, por ejemplo, les motiva, debido a que les ven moverse y tienen reacciones inmediatas", en palabras de Veny.

La Fundació también tiene la vista puesta en realizar alguna actuación en el Tercer Mundo, ya que sus niños deficientes "son los más necesitados y, paradógicamente, los más ignorados", concluye.