La semana pasada se realizó en el mercado de Santa Catalina el primer taller de ´El Aula Culinaria´, un proyecto promovido por Cort y cuya responsabilidad nutricional está a su cargo. Su amigo, el cocinero Toni Pinya, es el encargado de preparar los platos.

-¿Por qué en ese mercado?

-Porque es un espacio único, donde se encuentran todos los productos de temporada, y porque aún existen en él las relaciones sociales y el intercambio de culturas.

-¿Le atraen los mercados?

-Lo primero que visito cuando viajo a un país son sus mercados, porque es en ellos donde se conoce la cultura de cada localidad. Los mercados dan pistas, dicen mucho. El de Santa Catalina, a demás, dispone de una cocina.

-¿Por qué un niño debería asistir a este taller?

-Primero que nada, porque es una terapia dejarles participar en la cocina, no sólo desde la parte psicológica; también provoca que los alimentos les generen más interés. Además, siempre querrán probar algo hecho por ellos mismos. Incluso pescados y verduras...

-¿En general, disponen de información nutricional?

-No, se les pone el plato en la mesa y se les dice ´cómetelo´. Y en el taller les enseñamos por qué deben comer tal o cual alimento y les informamos sobre los productos que hay en la isla.

-Existe temor a que un niño entre en la cocina...

-Pues si están vigilados, no se cortarán; y si se ensucian, se pueden duchar. Además, es una actividad que pueden realizar junto a sus padres.