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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

El rapero Catalá

Los jueces observan una intimidación asfixiante en unos miles de mujeres que se manifiestan en la inmensidad urbana, pero les cuesta advertirla en cinco bestias amontonadas en un cuchitril de tres metros cuadrados. El rapero Catalá ha descompuesto a los magistrados, al señalar la evidencia de que existe una conexión entre un texto sin pies ni cabeza y la psicología de su autor. De insistir en su rap, el ministro puede acabar en la cárcel como su colega Valtonyc, condenado por injurias y odio a las togas intocables. Si la instrucción pertinente le corresponde a Llarena, el titular de Justicia tiene garantizados el terrorismo y la rebelión como delitos conexos a la infamia de haber dicho la verdad.

Coincidir aunque sea por un día con el ministro Anticatalá es un síntoma de salud democrática. Parece mentira que una persona escriba 250 folios en primera persona sobre sexo y pretenda que de dicho novelón, porque pertenece al género de la ficción, no se pueda extraer conclusión alguna sobre su peripecia. Es arriesgado que los magistrados sometan a juicio su valoración social, pero pasa a descacharrante que prediquen que todos sus colegas son inapelables. Es un veredicto unánime que no se aprecia en el gremio de los fontaneros. En el caso inverso extremo, todos los periodistas son despreciables. Y si tres jueces que han convivido el proceso durante meses son incapaces de ponerse de acuerdo en el contenido de un vídeo, de qué presumen.

El presidente del Tribunal Superior de Navarra dice que el evacuador del voto particular es "un buen juez". Si el autor de ese panfleto resume las virtudes de la magistratura, pueden alcanzarse dos conclusiones. No se necesitan árbitros para la arbitrariedad, y los bestias condenados al menos por abusos saldrán a hombros de la instancia superior. El ministro rapero ha gritado que el juez está desnudo. PSOE y Podemos han acudido a regañarle, por si alguien necesita explicarse que la derecha tiene garantizada la mayoría absoluta en España. En cuanto a la Manada, eligió la región judicial idónea para perpetrar sus crímenes.

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