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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Bien jugado, Noguera

Nunca hubiera imaginado que el capitulador de sa Feixina y las terrazas tendría los arrestos necesarios, para decirles a sus conciudadanos que el alquiler turístico en pisos lamina las decaídas esperanzas de Palma como ciudad. Bien jugado, Noguera. Ni siquiera ha cambiado la ley, se ha limitado a continuar la prohibición vigente en la normativa dictada por el Govern Bauzá sin ninguna intención de aplicarla. Admitamos incluso que el alcalde actúa por la pereza de efectuar una zonificación selectiva, que crearía una guerra civil entre barriadas palmesanas por las comparaciones odiosas.

Pese a las prevenciones citadas, y a otras tantas que usted se digne aportar, Noguera se ha alineado con el bando correcto. Ha entendido al ciudadano medio, que prefiere vivir Palma a sufrirla. Tácticamente y con la mirada puesta en unas elecciones, ha satisfecho a más personas de las que ha desairado, pero tampoco este criterio es definitivo. Alcaldes como el neoyorquino Bloomberg se hicieron imbatibles, en urbes agrestes, gracias a su habilidad para imponer a sus conciudadanos limitaciones detestables al tabaco o a la ingesta de azúcares.

Los empresarios del alquiler turístico, antiguos camisetas verdes, acusan a Noguera de "hundir el turismo en Palma". Cuesta imaginar un efecto cataclísmico, en una ciudad cuya bahía acumula tantas plazas hoteleras como toda Grecia, país turístico por excelencia. Respecto a las invectivas de los empresarios con terrazas, no conozco a ninguno que votara previamente a la izquierda, aunque puedo haberme descontado. Con un detalle adicional a favor del alcalde. Incluso los palmesanos que no agradezcan la pacificación de la ciudad, se quedarán asombrados ante la determinación de un político al que creían domesticado. Pese a las dudas sobre la vigilancia de la norma, ahora se puede denunciar con la seguridad de que cada carrito rueda hacia un infractor. Además de potenciar un alquiler de larga duración, racional y rentable. Los hoteleros están felices de que un nacionalista les ceda el monopolio, pero no se lo agradecerán porque son muy tímidos.

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