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José Francisco Conrado de Villalonga

La nomenclatura de las calles

Ada Colau, -persona conspicua y culta, donde las haya ¿?... -, alcaldesa de Barcelona, ha inaugurado recientemente, con mucha bizarría y desgarro, la nueva denominación de una calle de la ciudad, hasta ahora dedicada al Almirante Cervera, personaje al que calificó de "facha", apreciación, suya, que la justificaba para borrarle del callejero. La alcaldesa debe de ignorar, mejor lo desconoce, que este señor era un liberal y un ilustre marino, que comandaba la escuadra española en Cuba cuando Estados Unidos atacó la isla en 1.898. El almirante Cervera falleció en 1.909 y es considerado un héroe en Cuba, en la República cubana de los hermanos Castro, paradojas de la vida, o sea que Colau ha metido la pata hasta el corvejón, consecuencias de la incultura actual.

Así mismo la señora Colau habrá olvidado€ que el movimiento político denominado fascismo fue creado en 1922 en la Italia de Mussolini, por lo que es realmente difícil que Cervera perteneciese o se sintiera próximo a esta ideología cuando a la hora de su fallecimiento, -23 años antes-, aun no existía el partido fascista. No es de extrañar que ante tanta tosquedad la World Race la gran regata naval, haya huido de Barcelona. Conozco a la familia Cervera, de Puerto Real, y supongo que deben estar molestos por el insulto, equivocado y gratuito, a su antepasado.

Es una costumbre muy española ensalzar la figura de los muertos, pero ahora, con la nueva política están cambiado las cosas, a los vivos se les manda, con frecuencia, al patíbulo y cuando ya no queda títere con cabeza, se la emprende con los muertos, les usurpan las calles, derriban estatuas, se les saca de la historia, -olvidando que los nombres de las calles son reflejo de algún tiempo histórico común -. Mientras, los verdaderos problemas de la ciudad no se abordan: ruido, drogadicción, suciedad, delincuencia, falta de educación. Como no hay proyectos claros, hay que destruir monumentos, es una eficaz forma de entretener a la gente.

Los que dicen que quieren cambiar la forma de hacer política se quedan en gestos para la galería y titulares de prensa. Enarbolan la bandera de la democracia y la libertad pero da la impresión de que estos principios, tan importantes, los tienen mal entendidos y no solo eso sino que caminan en la dirección opuesta, hacia un nuevo totalitarismo. Totalitarismo gramsciano, propugnado por aquel movimiento impulsado por un teórico comunista italiano, Antonio Gramsci (1.891- 1.937). Aquel movimiento defendía que una vez los comunistas llegasen al poder debían cambiar la mentalidad de las personas. Los intelectuales y políticos debían ser combativos, y usar una potente arma bélica, la educación, para revertir la forma de pensar, de entender la sociedad y, posteriormente destruir la historia.

Los nombres de las calles, los monumentos, las estatuas forman parte de las pertenencias de los ciudadanos, cambiar es crear confusión, un gasto y un acto invasivo. En el caso de Palma el pretender modificar los nombres de vía Alemania, vía Roma o avenida Portugal es equiparable a lo que ha hecho Colau en Barcelona, un sin sentido. Los políticos locales deberían de preocuparse de fomentar la convivencia, la preservación, rehabilitación y restauración del patrimonio histórico, arquitectónico, cultural y urbano. Y los ciudadanos deberían ser más intolerantes con los intolerantes.

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