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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

La derecha de Mallorca sin líderes

Está por constatarse que la izquierda vaya a ser poco más que un espectador en las venideras contiendas electorales. Ser precavido en asuntos de elecciones es buena cosa. Lo que se va viendo constata que la pelea se ha desplazado al campo donde PP y Ciudadanos dirimen quién ha de ser el futuro partido alfa del denso y amplio magma que moldea las casi siempre ariscas derechas españolas. Se enfrentan dos partidos, uno cuarteado, para muchos en proceso de derribo, pero instalado en el Gobierno donde su presidente es ensalzado por saber administrar como nadie los tiempos de la política. A Rajoy le adjudican méritos de los que carece. Lo que hace, simplemente, es sobrevivir para no verse en el posible trance de tener que pasar por los juzgados. Está en La Moncloa porque, entre otros, el PSOE se lo facilitó y se resiste a removerlo. No quiere ni oir hablar de la moción de censura que sí avala en la Asamblea regional de Madrid. El otro, Ciudadanos, vende quincalla; lo hace, hasta hoy, con éxito innegable. Rivera ofrece de sí mismo una imagen que contraponer a la de M. Rajoy. En la comparación sale ganando. Y ahí están, escenificando una ruptura que nunca llega ni arribará. Serán las elecciones las que decidan si sigue lo viejo o entra lo sedicentemente nuevo.

Eso es en España. En Mallorca la cuestión adquiere algunos matices, si se quiere de poca importancia, puesto que es sabido que en la isla se vota siglas por encima de nombres. Algunos dirán que no es exactamente así. Es posible. Gabriel Cañellas algo puede explicar sobre el particular. Si de líderes va la cosa, la derecha mallorquina se las ve con un serio problema: carece de ellos. Biel Company, el presidente regional del PP, ha entrado en un acelerado proceso de combustión. Pende sobre su cabeza una concreta espada de Damocles. No es un líder, es un oportunista de medio pelo, carente de ideas, no sobrado de escrúpulos, aupado a la presidencia del PP por quienes ahora se cercioran del error cometido. No es el dirigente que la derecha requiere. Más bien es lo contrario.

Tampoco exhibe esa condición el hombre de Ciudadanos, Xavier Pericay, un teórico del antinacionalismo, radical anticatalanista, firme opositor a quienes defienden la preeminencia de la lengua catalana; no tiene los techos de cristal que amenazan a Company. Es un político limpio. Su liderazgo es inexistente. Los réditos electorales que obtenga serán los de Ciudadanos. Pericay no añade ni un solo voto. Es posible que reste algunos. Albert Rivera lo aposentó en Mallorca para agradecerle los servicios prestados en la definición ideológica del partido. Aquí está como rentista.

Un político con hechuras es Jaime Font. El presidente de El Pi posee lo imprescindible para ir con garantías a las elecciones, para convencer de que es una opción acertada sufragarle. Font ha conseguido en los tres años de la actual legislatura levantar un partido al que se le aventuró corto recorrido. Lleva toda la vida en política. Ha sabido sobreponerse a tropiezos de importancia acaecidos cuando actuaba en sa Pobla. Abandonar el PP, donde se le trituró a conciencia, fue su mejor inversión. Además, el discurso que pregona resulta creíble, lo que no deja de sorprender en los soliviantados tiempos actuales. Disponiendo de la vitola de líder, no tiene un partido con la masa crítica necesaria para desplazar a PP y Ciudadanos. Font es un autonomista, y ese es su universo electoral.

Hay orfandad de dirigentes en la derecha mallorquina. Una oportunidad para la socialista Armengol.

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