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Tontería galopante

La inconmensurable Ada Colau ha contribuido grandemente al esclarecimiento de la historia del siglo XX al descubrirnos que el almirante don Pascual Cervera y Topete fue en realidad el precursor del movimiento político denominado fascismo, que hasta ahora creíamos fruto de los desvelos de un tal Benito Mussolini, que acudió al nombre apoyándose en los antiguos fasces, símbolos de la autoridad de los magistrados de la antigua Roma imperial, y no el marino derrotado en el año 1898 frente a las costas de Santiago de Cuba por la escuadra del Almirante estadounidense Sampson; como dice un programa de la tele autóctona. "Mira per on". En ese convencimiento, la Colau, ha retirado del callejero barcelonés la calle dedicada al marino por fascista.

Es perceptible que esa política de trinchera callejera se extiende sin remedio por doquier y ya ha llegado a nuestros lares, ahora parece que el asunto capital, lo crucial, lo mollar, que diría el maestro Forges, lo único que afecta a la vivencia diaria de paganos, de pagar, y vecinos palmesanos, no es otra cosa que el cambiar los nombres de calles y avenidas que llevan nombres de algunos países europeos o de alguna capital de igual estatus geográfico, es de suponer que también por fascistas.

Yo no sé qué les parecerá a ustedes, pero a mí se me ocurre que en el Ayuntamiento de Palma van muy sobrados de dineros, si nos atenemos a la observancia de los asuntos en los que van ocupados últimamente los del equipo de gobierno. Tal parece que ha barruntado el primer edil palmesano, el mismo que consideró, en fecha no tan antigua, que sus partes pudendas son asimilables a una masculinizada meretriz y que aquellas, su viriles atributos se hallan hartos y ahítos del mismo Estado en el que se encuadra su municipio, que los nombres Alemania, Portugal y Roma, no son merecedores de formar parte del callejero de la ciudad por aquello de que fueron colocados en el antiguo régimen en agradecimiento a la ayuda prestada por aquellos lugares a la revuelta militar franquista; no acabo de comprender la causa del olvido de la Avenida Argentina, nomenclatura callejera colocada por la ayuda prestada a Franco por el régimen del general Perón, de innegables simpatías nazis. Algo así como condenar a los lugares geográficos, no por ellos mismos sino por las causas de su elección.

Lo primero que me viene a la cabeza es la cuestión del coste en pesetitas de la idea del señor alcalde; ¿Cuánto le va a costar a los dineros del consistorio, estos es a los contribuyentes palmesanos, si finalmente se cambian esos nombres, el quitar las placas callejeras con los oprobiosos nombres y cambiarlas por otras denominaciones geográficas, como Polonia, Gibraltar o Moscú?, por no decir lo que les va a costar a los ciudadanos el capricho de ese cambio en sus propias carteras. Viendo el estado de algunos servicios municipales, de algunas aceras, del muestrario deteriorado del mobiliario urbano, no parece que las arcas municipales anden sobradas en demasía de dineros gastables en tales trueques viarios; así que ya ven, se evidencia que para los que ahora mandan en los ámbitos del ayuntamiento palmesano, no importa si servicios municipales de ayudas a necesitados se ven privados de sostén económico, si servicios sociales andan escasa de fondos, si no hay dinero para socorrer a los bancos de alimentos, lo que importa, lo que es de urgente necesidad es cambiar los nombres de algunas calles o vías palmesanas. Ridículo.

Convendremos que lo malo no es el nombre y es que Alemania, se llamaba así antes de que naciera el golpista ferrolano, de hecho se sigue estudiando en los textos de Historia a un tal Carlos I de España y V de Alemania, sin que nadie haya pedido todavía que se le quite esa segunda corona; de Portugal qué vamos a decir, como no sea acudir a aquel antiguo slogan turístico de "Portugal, porque te quiero tanto" y que es nuestro hermano geográfico; lo de Roma tiene más retruécano, porque claro de Roma, nos ha venido casi todo, y en tiempos en que Roma era Imperio e imperialista, incluso la aportación de la primera forma urbana de la ciudad, que según los historiadores, se asentaba no lejos de donde tiene su despacho el señor Noguera.

Olvida el señor alcalde que la fundación de la ciudad de su digno gobierno, se adjudica a no otro que al conquistador romano de la isla Quinto Cecilio Metelo, al que le fue reconocido por sus logros militares el agnomen de Balearicus, quien incluso es loado en ésta ciudad mediante otorgamiento de nombre callejero, vía, que no sé si por tardía venganza, discurre frente a la Delegación de Hacienda. Ya ven los palmesanos somos tan "echaos pa'lante" que incluso homenajeamos a nuestros conquistadores. El bueno de Cecilio además de fundar la ciudad de Palma, también se le ocurrió hacer lo mismo con Pollentia; es de suponer que, siguiendo las ansias y los motivos del señor Noguera, serán los ahora los habitantes de la actual Pollença o los beneficiarios de las visitas turísticas a la ruinas romanas de Pollentia, los que vehementemente pedirán un cambio de gentilicio, pues no querrán ser conocidos con un nombre que les adjudicó un romano imperialista que se metió en la isla con maneras aún menos pacíficas que los homínidos conocidos en la isla como Británicus Magalufiensis.

El bueno de Einstein comparaba en el carácter de infinito al universo con la idiotez humana; y añadía que sobre el primero no estaba del todo seguro. Hay algunos y algunas que ratifican su teoría todos los días.

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