Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Francisco Conrado de Villalonga

El lenguaje de la música

Recibí una llamada telefónica de mi amigo Lluís, persona leída, culta y muy aficionado a la música, diciéndome que estaba alarmado por una información que apareció en Diario de Mallorca en la que se daba noticia de que la consejería de cultura del Govern exigía, -en las bases de una convocatoria-, que para poder inscribirse en una bolsa de trabajo temporal, para optar a alguna de las quince plazas vacantes existentes en la Orquesta Sinfónica de Baleares, se debería de contar con el certificado de estar en posesión del grado B-2 en lengua catalana. Debo de decir que Lluís es un equilibrado defensor de nuestra lengua catalana y, mi posición, ante este tema es inequívoca. Esta fue una importante cuestión que fue resuelta por mí de forma científica y mesurada, cuando fui Consejero de Cultura, entre los años 1979-1983.

Sin embargo creo que hoy, determinadas ocurrencias, exigencias desmesuradas e inadecuadas sobre el conocimiento del catalán, a alguna clase de trabajadores, -médicos y músicos-, de la administración pública no ayudan a la normalización de nuestra lengua, antes bien resultan perjudiciales, crean hostilidad ante lo que debería ser un bilingüismo o trilingüismo armónico. Es fácil entender que a la inmensa mayoría de la ciudadanía le interesa poco el asunto lingüístico ante el caso de que un cirujano deba de operarle o cuando asiste a un concierto que el músico hable inglés o suajili (lengua del bantú oriental en Kenia) y sí le atañe que interprete bien y, mejor, si lo hace de forma excelente. Antes que dominar una lengua, la castellana, la catalana, inglesa, o cualquier otro idioma, lo que importa en determinados oficios es la competencia y por supuesto, en otros casos, funcionarios, maestros, nada que decir, la exigencia lingüística parece adecuada.

La música es por esencia cosmopolita, no tiene patria, lo que afecta de un músico es que interprete bien la partitura y para una orquesta el idioma, es la lengua musical o conjunto de signos que permiten la comunicación a través de un cromatismo musical. Para la lengua hablada o escrita es fundamental el vocabulario, la gramática y la sintaxis. Un discurso musical debe de incluir, ritmo, métrica, ritmo, melodía, tonalidad, armonía? que se haga comprender y que llegue al auditorio. Una frase musical es una comunicación, un mensaje sonoro, entre el emisor y el receptor y en eso nada importa el castellano, el catalán, el inglés o cualquier otro idioma, lo que realmente incumbe es que el músico sea un buen violinista, un buen pianista, trompetista o clarinetista. Es ciertamente trascendente y une a los músicos y al conjunto de una orquesta una buena interpretación de la obra musical. Una orquesta, o un instrumento bien utilizado son capaces de transmitir conceptos y sentimientos, así pues, la música cuenta además con todos los elementos del idioma, sintaxis, comunicación y significado.

El sustrato sonoro trasciende en todos los idiomas, la expresión de la música es universal. Un estudio de la universidad de Harvard, titulado Current Biology llegó a la conclusión de que el lenguaje musical es universal, que las estructuras rítmicas comunican por igual en diferentes culturas y que las respuestas emocionales y conductuales a los estímulos estético-musicales son notablemente similares en gentes de diferentes orígenes y de lugares divergentes. O sea, según estos estudios, sería recomendable revisar requisitos a determinadas profesiones en las que el idioma es poco relevante o accesorio, de lo contrario se va a producir un efecto inverso al plausible propósito de la normalización de lingüística.

Compartir el artículo

stats