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Juan Tapia

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Joan Tapia

¿Estamos llegando al descontrol?

La libertad de Puigdemont en Alemania y el caso Cifuentes demuestran que algo falla en los mecanismos del poder

El diario El País del viernes atribuía esta frase a una fuente de la dirección del PP: "En Madrid el partido ya va totalmente por libre, en descontrol". Cristina Cifuentes y los suyos han decidido resistir hasta el final y retar a Mariano Rajoy a cortarle en público la cabeza. Pero no es sólo el PP de Madrid, quizás es toda España la que está entrando en fase de descontrol.

La semana pasada hablaba del incendio que amenazaba la convención de Sevilla del PP por dos bombas que acababan de explotar: la decisión de los jueces alemanes de no extraditar a Puigdemont por rebeldía, y el máster falso de Cifuentes en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Una semana después, el incendio sigue vivo y el Gobierno ha dejado patente que no sabe cómo apagarlo.

El caso Cifuentes es muy aparatoso, pero de menor enjundia. Por eso su falta de resolución indica que algo grave falla en los mecanismos del poder. Cifuentes ya no debió ir a Sevilla. Una dimisión rápida, todos rojos por un día, y a pasar página. Pero Cifuentes fue, Cospedal la protegió ("es hora de defender a los nuestros"), Rajoy la avaló y la convención -destinada a levantar los ánimos del partido tras las encuestas favorables a Cs- se convirtió sólo en un cierre de filas con la presidenta de Madrid.

Total, ¿para qué? Rivera tiene la llave y ya la ha enseñado. No quiere votar la moción de censura del PSOE, pero todavía menos quedar como cómplice de caciquiles corrupciones universitarias que repugnan al electorado meritocrático. Si el PP retira a Cifuentes, ningún problema. Caso contrario, votará a Gabilondo y perderán la comunidad. Y el PP, a un año de unas europeas, autonómicas y municipales decisivas, no puede perder Madrid. Habrá que ejecutar a Cifuentes y cuantos más días esté en el pasillo de la muerte, peor para el buen nombre del PP. Además, surgen otros problemas de "masteritis" como el de Pablo Casado. El equipo de jóvenes promesas de Cospedal -o la propia Cospedal- no ha estado a la altura.

Al final el caso Cifuentes está demostrando que Albert Rivera es implacable rentabilizando su papel de bisagra. El PSOE le sirve para amenazar y doblegar al PP. ¿Acabará Rajoy -harto y contrariado- obedeciendo? Sevilla no ha servido para relanzar al PP y frenar a Cs sino para todo lo contrario.

Pero lo más grave es lo de los jueces alemanes. La decisión de no extraditar a Puigdemont complica la instrucción muy rigorista del Supremo. Muchos juristas -y el propio Felipe González- ya habían expresado dudas sobre la calificación de rebelión. Pero que lo hagan tres jueces alemanes porque no aprecian violencia suficiente no sólo es una cierta desautorización, sino que lo enturbia todo. Si al final conceden la extradición sólo por malversación malo, porque contra Junqueras y los otros "consellers" se pedirán penas de hasta 30 años por rebelión mientras que contra Puigdemont -el jefe del "golpe"- sólo se podrán pedir 10. Y si no la conceden peor, porque sería una desautorización más grave. Por eso el agit-prop gubernamental intenta tranquilizar asegurando que los jueces alemanes pueden rectificar. Pueden sí, pero€

Claro, Llarena siempre tiene el recurso de retirar la euroorden -como ya se hizo con Bélgica-, pero el prestigio del Supremo quedaría bastante chamuscado.

Y es toda la estrategia de liquidar el independentismo por la vía penal la que ha recibido un serio golpe. Querían matar a Puigdemont haciéndolo detener en Alemania y lo han convertido en un personaje internacional y consolidado su autoridad sobre el independentismo. Ahora, desde Berlín, volverá a intentar que el parlamento lo elija. De nuevo será imposible y cuando el 22 de mayo se acabe el plazo para la repetición de elecciones, decidirá si pone un títere al frente de la Generalitat o si habrá nuevas elecciones el 22 de julio.

Conclusión, el conflicto catalán no evoluciona bien. El 27-O la independencia se demostró imposible, pero ahora resulta que el independentismo está poniendo en crisis la democracia española. ¿Está España fuera de control?

¿Frena el Pentágono a Trump?

Paul Krugman, premio Nobel de Economía, ha dicho que Trump no actúa como presidente sino como realizador de un programa televisivo de éxito que capta la audiencia con tuits elementales a su favor. O que muestran sus fobias. Al día siguiente, otros, incluso contrarios. Ningún problema.

Trump ha tenido una semana dura por el registro del FBI, a instancias de Robert Mueller, el fiscal especial sobre la conexión rusa de su campaña, al despacho de su socio y abogado Michael Cohen, que pagó más de 100.000 dólares a dos mujeres que mantuvieron relaciones con el ahora presidente a cambio de un contrato que las obligaba al silencio. Y hubo rumores de despido de Mueller. Según la Constitución tiene derecho, pero el escándalo sería mayúsculo. Y el Senado prepara una ley para que no pueda hacerlo sin razón justificada y sin explicaciones.

Trump ha hablado mucho y a su modo algo caótico. Tras semanas amenazando con recargos a las importaciones chinas, ahora ha dicho que Estados Unidos podría reincorporarse al tratado comercial del Pacífico. Gran sorpresa porque rompe así un eje de su campaña y porque la retirada del tratado fue una de sus primeras medidas. La clave es que potentes agricultores americanos -y senadores de esos estados- han mostrado irritación por los posibles perjuicios a sus exportaciones a China. ¿Ha cambiado Trump? Quizás al reality del jueves le convenía. La reacción del ministro japonés de comercio exterior es ilustrativa: mañana puede decir lo contrario.

Más preocupante es lo de Siria. En respuesta a un ataque químico de Assad, Trump, irritado, tuiteó que iba a lanzar "misiles instantáneos y bonitos". E incluso habló de acción conjunta con Inglaterra y Francia. ¿Podía estar dramatizando para desviar la atención?

Luego, tras la filtración de reservas del secretario de Defensa, Jim Mattis, por la escalada con Rusia, hizo otro tuit: los misiles podían ser inminentes o retrasarse. ¿Frena el Pentágono su belicismo?

La estabilidad del mundo es imposible si el estadista con mayor poder cambia de criterio cada día por razones extrañas. Pero en noviembre hay elecciones (las de cada dos años) y los republicanos pueden perder la mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado. Entonces el impeachment podría ser realidad. Y la retirada el miércoles de Paul Ryan, el poderoso presidente de la Cámara (antiguo candidato a la vicepresidecia de Romney) ha preocupado a muchos republicanos que veían en Ryan un líder más fiable que Trump y un gran recaudador de fondos para la campaña. Ah!, está a punto de salir el libro de James Comey, el fulminado director del FBI, que puede ser explosivo.

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