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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Un currículo gordo

El caso del máster de la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, pinta peor cada día por las pruebas de los cargos contra ella y por las de descargo de ella. Es seguro que quiso engordar el currículo que es afán general. "El español, como el tordo, la experiencia pequeña y el currículo gordo".

En los currículos se meten hasta las Vacaciones Santillana pese a que, salvo en las polideportivas oposiciones para contratar funcionarios del Estado, lo que funciona en el mercado laboral es la vida social: ser conocido de alguien es lo que más puntos da para que se bautice como empleado a quien tenga padrinos.

Se habla de la titulitis española pero no de la titulimia, un deseo compulsivo de posgrados, diplomas y congresos que va más allá de las necesidades de conocimiento. A partir de un nivel, la gente va sobretitulada al infraempleo, preparadísima al precariado.

Que un grado universitario no lleve a un empleo sólo es que aceptamos la privatización del tramo final de la enseñanza superior para beneficios de los bancos a través de créditos, universidades privadas y unas cosas llamadas becas que son empleo no remunerado. Es conocida la oferta de enseñanzas que no enseñan, puesta en práctica de lo que se anunció a finales del XX: en un mundo con muchos desempleados, el negocio será la educación. Otra posibilidad de negocio abierta a la estafa.

Cifuentes tenía trabajo y cara de lista pero quiso engordar su currículo. ¿Qué necesidad tenía? Ninguna. Ni falta. El criterio de necesidad es de pobres. Véanse la corrupción en torno a otra presidenta que no necesitaba dinero porque era rica de por casa y la explotación empresarial que dirigen magnates con 50 vidas millonarias pagadas y sólo una para disfrutar.

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