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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La conciencia de Archipiélago

Mientras se carga otra página de MILFs en el ordenador, leo el poema A través del espejo, de W.H. Auden. Allí encuentro el verso "lost in my wake the archipelago", del que solo entiendo la última palabra. Quizás por ello me golpea la esdrújula "archipiélago" como si se tratara de una utopía, en vez de dibujar nuestra irrenunciable realidad geográfica. Registro la impresión de que no he huido de la identidad balear, sino que he exorcizado un vocablo con intención colectivizadora, porque Archipiélago llamaban los griegos de antes al entero Mar Egeo.

Se ha cumplido el sobado lugar común de que la poesía te abofetea, aunque no quizás en la forma pretendida por su autor. Me hundo en la zozobra, porque siempre he presumido de ser la persona o asimilable que en más ocasiones ha escrito la palabra Mallorca, y no siempre junto a su inseparable corrupción. Sin embargo, pueden contarse con los dedos de ninguna mano las ocasiones en que me he referido al entorno como un archipiélago. Incluso ahora lo anoto con todas las minúsculas posibles.

Se necesitan al menos una docena de islas para enarbolar el presuntuoso archipiélago, tendríamos que colonizar la Dragonera y la Conejera para aprobar el examen. Resultaría más sencillo reivindicar un Archipiélago Gulag inverso. A saber, un inmenso campo de concentración al revés, un campo de diversión donde todos quieren entrar y nadie desea salir. De momento, y gracias les sean dadas a las MILFs y a Auden por este orden, el archipelago no debe quedarse en una conexión subliminal. Se acabaron las denominaciones administrativas del estilo de comunidad, autonomía o provincia. No emergimos de las aguas para vernos reducidos a un pedazo de burocracia. Antes de que una sobrecarga de cemento vuelva a hundirnos en el mar como una Nueva Atlántida, retomemos la condición de archipiélago, más cohesionada que el disperso Islas. Esta advocación archipelágica se compagina a la perfección con nuestra convicción de que podemos compartir una geografía, pero en ningún caso beberemos de la misma historia.

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