Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Presupuestos o elecciones

Adentrados en el tramo final de las vacaciones de primavera, la cuestión es la de si el Gobierno tendrá sus presupuestos o habrá otra vez elecciones en Cataluña

Concluida la semana santa, se abre hoy lunes uno de lo períodos más inciertos de la vida política española de los postreros años. Se trata de saber si el desmayado Gobierno de Rajoy dispondrá de los votos suficientes en el Congreso de los Diputados para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, con los que colige paliará la sequía electoral que se augura al PP. Requiere de la colaboración del PNV. Los nacionalistas vascos son el socio imprescindible. La anuencia de Ciudadanos, dejando de lado las bravatas de Rivera, el nuevo macho alfa de la política española, tan populista como oportunista, siempre estuvo garantizada.

Sucede que para que el PNV dé el ansiado sí, es condición insoslayable levantar el manoseado artículo 155 de la Constitución, el que ha posibilitado la intervención de la Generalitat catalana por los poderes centrales del Estado. Lo hará factible la formación de un nuevo gobierno en el Principado armado, cosas de la aritmética electoral, por los partidos independentistas. Si hay Presupuestos antes habrá gobierno catalán; si en dos meses no se ha formado, desembocaremos en otras elecciones y Rajoy se quedará sin ellos, "los de los pensionistas y funcionarios", como ha pregonado el ministro Montoro, después de que impúdicamente Rivera se atribuyera casi su entera paternidad. En esencia, una comedia basada en un guión previsible carente del imprescindible talento para tornarse creíble.

La inconsistencia argumental de Ciudadanos deriva de que para que haya presupuestos el PNV ha de obtener considerables contrapartidas. Entonces, cómo vadea Albert Rivera, el firme valladar, el dique que se opone a los embates nacionalistas, tamaña incongruencia. Lo que Ciudadanos se guarda en dar a conocer es que está impedido de votar no (insistamos: nunca ha podido); sus patrocinadores le exigen que los avale. Carece Rivera de la independencia que se requiere para hacerlo. La pantomima de la senadora Barreiro, instalada en el grupo mixto, aunque siga en el PP, es un elemento más del tramposo guión que condimenta Ciudadanos.

Lo relevante es lo que decida el PNV: los nacionalistas vascos, con certeza el partido más serio, rocoso e inamovible de las Españas, no pondrán a disposición de Rajoy sus cinco diputados sin solventar previamente parte del embrollo catalán, que, para desesperación del presidente del Gobierno, tiende a enquistarse, porque con políticos independentistas presos (en Europa empieza a hablarse de presos políticos) la solución se antoja complicada, a pesar de que la plana mayor de la opinión publicada, televisada y radiada trate de mantener viva la llama de la esperanza de una pronta resolución satisfactoria o lo que es lo mismo: basada en un presidente de la Generalitat sin causas judiciales pendientes y en un gobierno catalán que acate la legalidad constitucional casi sin rechistar.

Los deseos y la realidad. Mal andan quienes tienden a solaparlos: Cataluña, el conflicto político-institucional catalán, lo es de España entera. Se está constatando nítidamente con los avatares de la negociación presupuestaria. Rajoy, encaramado sobre un Ejecutivo exangüe, ante una legislatura echada a perder, contaba con aprobarlos y llegar a 2019 o 2020 sin sobresaltos sobrevenidos. El horizonte de dos ejercicios con prórroga presupuestaria se antoja excesivo.

Compartir el artículo

stats