Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

De espías, oligarcas e hipocresía

Desconocemos, y tal vez no lleguemos a saber nunca, si el Kremlin está detrás del intento de asesinato de un exdoble agente ruso y su hija en la ciudad inglesa donde vivía modestamente desde un año después de su liberación en un intercambio de espías. Según todos los indicios, el agente nervioso utilizado contra ambos procede de arsenales rusos aunque queda por determinar - y es importante- si la orden salió del propio Gobierno ruso o si quien recurrió a esa substancia fue alguien no controlado por el Kremlin.

No debe extrañarnos en cualquier caso que una dirigente tan acosada por los problemas de política interna y europea como la jefa del Gobierno británico, Theresa May, reaccionase con la precipitación y contundencia con que lo hizo para culpar directamente al presidente ruso. La decisión de expulsar del país, como represalia, a veintitrés diplomáticos rusos sin esperar siquiera a un informe exhaustivo de su propia policía es una medida propia de esa guerra fría en la que parece que algunos quieren otra vez meternos.

El exalcalde laborista de Londres, Ken Livingstone, ha sido uno de los primeros en expresar en público sus sospechas de que detrás de la decisión intempestiva de May pudiera haber sobre todo motivos electoralistas. "Estamos en los comienzos de una campaña para las elecciones locales, y el partido conservador está muy atrás en los sondeos. La cobertura de lo ocurrido por parte de los medios y la firme posición adoptada por May contra Putin y Rusia tienen que ver con eso", sospecha el exalcalde.

Livingstone se pregunta si tiene mucho sentido que, para eliminar a un antiguo espía que ya no podía hacer ningún daño, el Kremlin se valiera precisamente de un agente nervioso fabricado en Rusia y dejase precisamente esa pista cuando lo más fácil habría sido utilizar cualquier otra substancia letal. Pero lo que parece inquietar sobre todo al Gobierno de Londres es la posibilidad de que se repitan casos como el ahora sucedido con Serguéi Skripal o el que acabó en 2006 con la vida del también exespía ruso Alexander Litvinenko.

El Reino Unido, y más concretamente Londres, se han convertido en refugio privilegiado donde oligarcas rusos y de otras exrepúblicas soviéticas viven una vida de lujo, compran mansiones, yates y hasta clubes de fútbol, se rodean de guardaespaldas y equipos de abogados y mandan a sus hijos a las mejores escuelas. El lugar donde esos oligarcas, amigos o enemigos de Putin - porque hay de todo- ponen a buen recaudo sus inmensas fortunas, aprovechando las facilidades que les dan la City y los paraísos fiscales dependientes de la Corona británica.

Contra ese dinero, que ha servido en muchos casos para financiar a los tories, Theresa May y los suyos no tienen por supuesto nada.

Compartir el artículo

stats