Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Camilo José Cela Conde

Quinientos cargos

Si alguien cree que los partidos soberanistas no podrán ponerse de acuerdo proponiendo un candidato a presidente de la Generalitat que pueda asistir a la sesión de investidura, que seguirán mareando la perdiz hasta que el Tribunal Constitucional decida que ha comenzado a contar el plazo para que se celebren nuevas elecciones y que, hasta que éstas lleguen, tendremos artículo 155 para rato, se equivoca. El diario madrileño El País ha publicado un reportaje que calcula en 500 los altos cargos que se repartirán a la postre Puigdemont y Esquerra Republicana de Catalunya con algunas migajas de regalo a Junts per Catalunya para que no incordie.

Ante semejante premio, caben pocas dudas acerca de que ERC y Puigdemont le sugerirán al presidente Torrent un nombre capaz de contar con todas las bendiciones legales. Lo contrario sí que sería un drama histórico y no el sainete de la declaración de independencia real o imaginaria según los días y los intérpretes del acontecimiento patrio. Quinientos cargos con sus sueldos y con los privilegios correspondientes dan para mucho pero aún es más importante, a los efectos de cualquier análisis que haya que hacer, que sin los despachos y las nóminas bajo garantía no hay partido que resista. Partido de los que pueden gobernar un país, bien es cierto, porque existen también los que no precisan de los dineros del Estado para sobrevivir, a cambio de ser conscientes de que jamás llegarán a poder ocupar ningún ministerio.

A medida que los aparatos de gobierno avanzan y se consolidan, los partidos que pueden servirse de ellos se convierten cada vez más en agencias de empleos, destinados en su enorme mayoría a premiar a los profesionales. Quien quiera hacer carrera política sabe que el camino más seguro consiste en unirse a las juventudes con que cuenta todo partido decente y, a partir de ahí, tener el talento y el olfato necesarios para apuntarse a las filas del ganador cada vez que se entre en una lucha de poder de las que tanto abundan. Si la suerte acompaña, se puede llegar a concejal, diputado, director general, jefe de gabinete, ministro e incluso presidente sin necesidad de saber hacer la o con un canuto ni haber tenido nunca un empleo de los que obligan a trabajar. ¿Hacen falta ejemplos?

Quinientos de esos maravillosos premios de la administración política catalana andan ahora en el aire en en busca del paniaguado digno de quedarse cada uno de ellos. No les será fácil a Puigdemont y los suyos y a Junqueras y sus muchachos llegar a un acuerdo porque no sólo es cuestión de número sino, sobre todo, de poder. Que es al cabo lo que cuenta para que la rueda siga en marcha. Cuando un partido lo pierde, incluso por medio de una estafa (como los sucedió a los socialistas en Madrid cuando Esperanza Aguirre fue investida con los votos de dos tránsfugas), entra en barrena. Habrá Govern porque ni Esquerra ni Puigdemont están para más sobresaltos.

Compartir el artículo

stats