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Inquietante China

China va camino de convertirse en la primera potencia mundial, apoyada en su impresionante desarrollo demográfico. Sus elevadas tasas de crecimiento, propias de un país en desarrollo, permiten augurar que el gran país asiático (11 billones europeos de dólares en 2016) alcanzará a plazo no muy largo a los Estados Unidos (18 billones). El desarrollo militar y cultural irá seguramente paralelo a este proceso.

Muchos habíamos creído que, puesto que la libertad es indivisible, la apertura económica terminaría produciendo antes o después una apertura política. Pero está siendo al contrario: la reforma constitucional que acaba de ser aprobada por un abrumador 99,8% de los delegados permite que el presidente Xi Jinping se mantenga en el poder mientras lo considere conveniente y que el Partido Comunista Chino ejerza una influencia creciente en la vida social y la economía del país. Es la misma deriva de que han hecho gala históricamente los dictadores latinoamericanos y con la que aspiran a perpetuarse. El argumento chino no tiene desperdicio: "Xi necesita más tiempo para poner en marcha sus proyectos de reformas económicas y hacer realidad su visión de 'un sueño chino' que convierta al país en una gran potencia a mediados de siglo".

Occidente no presionará para provocar la liberalización de China. Antes al contrario: la amenaza permitirá a personajes como Trump justificar su propia introspección. Y sin embargo, el equilibrio mundial quedará cada vez más en manos de una gran satrapía. Es como para inquietarse, ciertamente.

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