Muchos años han pasado desde aquel 8 de marzo de 1908 en que 129 obreras de la industria textil de Nueva York -la Cotton- llevan a cabo una huelga, reivindicando mejores condiciones laborales y reducción de la jornada laboral. Es la primera vez que en una fábrica, donde trabajan mayormente mujeres, se para la producción. El propietario ordena cerrar las puertas y al poco tiempo el edificio arde en llamas, las 129 mujeres mueren quemadas. Al año siguiente, las camiseras de Nueva York protagonizan una huelga masiva -bautizada como la "Sublevación de las 20.000"-. Muchas de estas mujeres eran inmigradas, procedían de Europa y de familias judías. En 1910, se celebra la II Conferencia Internacional Femenina, en Copenhague, donde Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin proponen dedicar el 8 de marzo a la mujer y a su lucha por la emancipación. A partir de 1975, La Organización de las Naciones Unidas declaró el 8 de marzo día Internacional de la mujer.

El movimiento social de las mujeres feministas ha continuado llevando una ingente labor con el fin de conseguir derechos fundamentales para la vida de las mujeres a lo largo de todo el siglo XX, por lo que se han producido muchos cambios respecto a su situación socioeconómica, laboral y cultural. Sin embargo, todavía no se ha alcanzado una auténtica igualdad en ningún plano de las relaciones humanas, pues de eso se trata, de que la convivencia entre las personas -con un sexo femenino y masculino, hasta ahora la naturaleza así lo ha dispuesto (con sus diversas formas de adquirir una identidad de género)- se desarrolle sobre un principio de realidad de amor y armonía. Este es el fundamento de unas relaciones equilibradas y la posibilidad de que todo ser humano pueda conseguir o desarrollar al máximo sus posibilidades.

José Luis Sampedro en su libro Escribir es vivir decía: "todos somos subdesarrollados en el sentido de que ninguno de nosotros llega a desarrollar sus potencialidades, ninguno llega a ser cuanto podría ser. No interesa que sepamos, que seamos seres humanos en toda nuestra integridad, desarrollando todas nuestras facultades. ¡Si a lo largo de la historia no se ha enseñado a leer a las mujeres! ¿Qué podemos esperar? A quienes ejercen el poder les importa mucho que los demás no lleguen, no puedan llegar a donde ellos han llegado". Así, la realidad social patriarcal ha desencadenado una profunda mutilación, no sólo a las mujeres sino también a los hombres. La acumulación de poder, de riqueza, de mujeres (existen a nivel mundial doce millones de niñas para ofrecer en matrimonio), es una característica de este orden social y mientras sus estructuras se mantengan no habrá una verdadera evolución del pensamiento, puesto que se intenta uniformizar cualquier aspecto de la vida humana.

Decía Sampedro que cuando se habla de "choque de civilizaciones" en realidad lo que se está diciendo es que no se quiere más que una sola civilización. Pero la naturaleza es diversidad, como lo son los individuos, los pueblos y sus culturas. Conocerse a uno mismo, llegar a ser y saber convivir, son requisitos básicos para transcender la vacuidad de las relaciones humanas en las sociedades posmodernas y alcanzar mayor desarrollo en las distintas dimensiones de la personalidad. Esto requiere, no obstante, el despliegue de unos valores y sentimientos que están más próximos a las mujeres ya que la crianza, atención y cuidado a los demás ha proporcionado una mayor capacidad de observación sobre las necesidades básicas y una mayor profundización y conocimiento acerca de la personalidad de las personas, lo que proporciona una confianza y seguridad, puesto que todo individuo necesita esa "mirada que atiende todas las cosas" tal como diría María Zambrano y que, en definitiva, no es más que un acto de amor.

A su vez, esto ha requerido el ejercicio o puesta en práctica de la inteligencia integral, es decir, la unión de lo racional, emocional y actitudinal. Del mismo modo, la mujer eleva la sexualidad a categoría cultural al investirla de ternura y afectividad, sus orígenes se pueden encontrar en "El Preciosismo", mujeres que ya aspiraban a unas relaciones afectivas más tiernas y delicadas por parte de los varones. Las mujeres han reivindicado sus derechos, han trabajado, han estudiado, han dado a luz y se han organizado, han transcendido ampliamente el papel asignado. Conscientes de todo ello ha surgido la "sororidad", una relación de hermandad y solidaridad para crear redes de apoyo con el fin de conseguir cambios sociales para lograr la igualdad.

Son las que sustentan una parte importante de la economía mundial y casi la totalidad de los cuidados, pero siguen sin ser valoradas y respetadas. ¿Son amadas por sus hijos e hijas, maridos? La perceción, mente y sentimientos están tan invadidos por los valores masculinos que no permiten el verdadero cambio hacia un devenir más justo e igualitario donde pueda fluir el afecto y, no obstante, no podemos dejar perder todos estos valores y actitudes de las mujeres mencionados anteriormente, puesto que todavía el mundo en que vivimos no ha sido diseñado con su participación, no gestionamos el mundo y, por tanto, no nos podemos dejar llevar por la existencia de una materialización de la relaciones. Precisamente lo que se necesita con urgencia es una ética que abrigue a toda la humanidad.