Invierno de 2011. Una familia regresa a casa tras un largo puente vacacional. Recorre la vía E5 en dirección a Madrid con destino en Getafe. La familia ha salido de Despeñaperros, Jaén, y los doscientos cincuenta kilómetros de trayecto deberían recorrerse en tres horas, pero la intensa lluvia ralentiza todavía más el paso de una monumental caravana de vehículos. En el asiento trasero un niño de siete años, Mario, soporta el aburrimiento contemplando la lluvia. La posibilidad de jugar con un móvil o cualquier aparato electrónico no se plantea, la norma parental a ese respecto es innegociable. Las gotas de lluvia se deslizan casi por completo en vertical sobre la ventanilla, lo que indica el lento paso que lleva el vehículo. Mario sabe que, en cuanto el agua dibuje una línea horizontal, el coche no tardará en llegar a casa. Pero la tormenta persiste y tampoco cesa el aburrimiento. En un momento dado el crío decide coger un cuaderno y un boli que lleva en su mochila. Y escribe algo. Continúa escribiendo hasta llegar a casa. Mario todavía no lo sabe, pero bajo esta tormenta y en medio de un monumental atasco acaba de tomar una decisión que será crucial para el resto de su vida. ¿Qué ha escrito Mario en su libreta?

Invierno de 2018. Por fin sabemos el nombre completo de Mario, que ahora tiene ya catorce años. Los medios de comunicación se han hecho eco de la noticia. Mario concede una serie de entrevistas en distintas emisoras de radio. Las preguntas son siempre las mismas, lo cual no es de extrañar, y las respuestas del adolescente apenas varían de una emisora a otra. Al principio Mario se muestra algo nervioso y titubea, pero pasados unos minutos ya responde con total soltura. Llama enseguida la atención su tremenda facilidad de palabra; el extenso vocabulario de Mario no se corresponde en absoluto con el perfil de su edad, catorce años. Derrocha una asombrosa confianza y seguridad a medida que va contando cómo lo hizo; ya no le tiembla el pulso, está claro. Cualquiera que esté escuchando la radio concluirá que el entrevistado es un joven superdotado. Pero no es así, la inteligencia de Mario entra en el perfil normal de su edad, pero se sale por completo de lo corriente con respecto a su generación. Mario García Obrero, getafense de catorce años, acaba de ganar la decimocuarta edición del premio nacional Poesía Joven Félix Grande con su poemario Carpintería de armónicos. En el coche, volviendo de Despeñaperros hace siete años, escribió su primer poema, al dictado de la lluvia y venciéndole el pulso al tedio, ese tedio que nos es imprescindible conocer a todos hasta llegar a familiarizarnos con él.

Hoy es domingo, otra vez. Esta mañana otra familia ha salido a pasear, en esta ocasión una pareja con su bebé. El sol radiante y un cielo límpido invitaban a alargar la caminata dominical. A la altura del mítico bar La Polca, en la avenida Joan Miró de Palma, han visto a un niño de unos catorce años darse un testarazo contra el palo de una señal de tráfico. El golpe ha sonado seco, fortísimo. Varias personas se han acercado a preguntarle qué tal estaba, si necesitaba ayuda. El chico ha respondido que no, que no ha sido nada. Ha guardado el móvil en el bolsillo de su chaqueta y ha continuado caminando, con la mano izquierda cubriendo su ojo dolorido. Ha sido un golpe fuerte, ya lo creo. De inmediato me ha venido a la cabeza Mario, el chico de Getafe al que entrevistaban el otro día en la radio, y me he preguntado si podría ser el mismo que se acababa de golpear la cabeza. Pero no era Mario, no hay duda. Mario García Obrero es un poeta, con dos poemarios ya publicados, y los poetas necesitan caminar con la mirada al frente para observar el mundo, para olerlo, para hacerle preguntas y planteárselas. Si en ocasiones Mario agacha la cabeza está quieto y pensativo, o bien tocando su guitarra. Va al conservatorio al salir del instituto.

La convocatoria del premio de Poesía Joven admite trabajos de menores de treinta años de edad. García Obrero ha sido el más precoz en recibir el galardón en los catorce años que lleva celebrándose el Félix Grande. Mario verá su obra publicada, lo cual le hace muchísima ilusión. También le han dado cinco mil euros.

Mi más sincera enhorabuena a los padres del joven poeta getafense. Y a Mario, por descontado.