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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Las evasivas de Shakira

Qué pensarían de un lugar en que las gentes se agolparan para ovacionar y pagar a presuntos delincuentes, que según el Estado han sustraído millones de euros imprescindibles para curar a enfermos, educar a niños y atender a ancianos. Nada que ver con el país que se inclina semanalmente ante Ronaldo y Messi, nutriendo sus cuentas con un dinero sin retorno social. Cuando una persona gana diez mil, pagar el diez por ciento en impuestos le parece mucho. Cuando gana cien mil, abonar dicho porcentaje se le hace inaceptable. Lo curioso sigue siendo la claudicación de la afición, por elevada que sea la cuota defraudada que hubiera acabado en el partido en el Gobierno.

Shakira, otra diosa de postración obligatoria, retorna ahora a Hacienda veinte millones correspondientes a un solo ejercicio, y además con la única intención de reclamarlos a continuación. Un trabajador medio solo necesita cien años para acumular los mismos ingresos, de los cuales pagará más de seis millones en impuestos. Esta desventaja no le impedirá adorar a la cantante como si encarnara virtudes más sobrehumanas que pedestres. Igual que las divas del fútbol, la artista de las evasivas no sufrirá el mínimo rasguño en su fama. Al contrario, esta semana habrá repuntado el mercado de sus alaridos.

Los guardianes de la moral y los tabúes no son tan reaccionarios a la hora de postular el delito de enaltecimiento del fraude fiscal, una apología mortífera en la que incurren millones de personas semanalmente. En cuanto a la existencia de víctimas de los delitos defraudatorios, solo pueden desmentirla quienes crean que la sanidad o la seguridad son gratuitas. La masa se desnuda literalmente ante sus dioses, frente a la creencia inversa en el despojamiento del ídolo forrado. El acceso de Shakira a Obama o de Ronaldo al Papa no atenúa sus comportamientos, sino que convierte a los líderes mundiales en cómplices de defraudadores fiscales a gran escala, según las autoridades legítimas. El ser humano no tiende a la anarquía, sino a la esclavitud.

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