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El reparto de la manipulación

Esquerra Republicana, con su líder en la cárcel, y el PDeCAT, sucesora vergonzante de la pujolista CDC, con su máximo dirigente evadido cobardemente en un país extranjero, están en desacuerdo en casi todo, entre otras razones porque las dos formaciones tampoco han conseguido cristalizar consensos internos que definan una posición clara sobre los grandes asuntos que se dirimen: el futuro del procés en primer lugar.

Hace más de dos meses que comenzó la negociación para formar una mayoría de gobierno, ya que nadie discute que las fuerzas nacionalistas, incluida la CUP, ganaron en las urnas, y no ha habido forma de conseguir un acuerdo, ya que el dilema central, volver a la legalidad o mantenerse fuera de ella, es poco realista ni tiene seguramente solución en estos términos. Pero lo más penoso -que resultaría divertido si todo esto no fuera en el fondo una tragedia- es que, pese a las discrepancias, ERC y el PDeCAT (o JxCat, que es un conglomerado algo más amplio) ya han logrado entenderse completamente en el reparto del aparato de manipulación y propaganda. En efecto, ERC se quedará con la Corporación Cataluña de Medios Audiovisuales, que es algo así como la madre del cordero porque maneja el aparato financiero, en tanto los antiguos convergentes tendrán que conformarse con el control de sus dos grandes filiales, TV3 y Catalunya Ràdio.

Como puede verse, la cabra tira al monte. Y el patriotismo catalán de los nacionalistas oficiales empieza por la gestión de la posverdad, por el dominio artesano de los equipos de manipulación.

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