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Violencia y pasión en Cataluña

Nicolas Baverez, el discípulo más fiel de Raymond Aron, el gran pensador liberal francés del siglo pasado, acaba de publicar Violence et passions. Défendre la liberté à l´âge de l´histoire universelle (Ed. de l´Observatoire), un breve opúsculo que ha levantado gran polvareda en su país y que extiende su influjo sobre toda Europa. Aquí, en España, Antonio R. Rubio ha publicado una recensión certera de a obra en el blog del Real Instituto Elcano ("El heroísmo de la razón, según Nicolas Baverez").

La tesis del libro, que desarrolla una concatenación de citas radicalmente oportunas, ha sido resumida así por Rubio: "En un tiempo agitado como el nuestro, caracterizado por la inestabilidad y la volatilidad de los acontecimientos, las democracias occidentales no deberían perder de vista sus valores inherentes y su destino común. Hay quien creyó hace un cuarto de siglo que la globalización económica y la extensión de las libertades políticas daría término a una violencia con raíces ideológicas. Sin embargo, el libro de Baverez nos recuerda que aunque las ideologías hayan muerto, o se hayan marchitado, no ha sucedido lo mismo con las pasiones. Son las pasiones las que pueden hacer que la violencia pase de ser un medio a ser un fin en sí misma".

La tesis es perfectamente aplicable a Cataluña, un entorno puntero del desarrollo europeo, donde hasta hace bien poco tiempo se habla del "oasis catalán": un territorio maduro en el que las gentes se dedicaban a disfrutar de la prosperidad y a afirmarla, sin fracturas a la vista, sin graves desequilibrios sociales que pudieran enturbiar la convivencia, sin confrontaciones políticas capaces de desatentar la pacífica evolución de los acontecimientos. Y, sin embargo, en unos pocos años, aquel paradisíaco panorama ha sido sustituido por una realizad crudísima en la que sobre todo destaca una fractura dramática entre dos hemisferios: el de los nacionalistas que con agresividad exigen la independencia y el de los moderados no nacionalistas que prefieren mantener, con matizaciones, el actual statu quo.

Las ideologías habían periclitado, y de hecho Cataluña ha estado gobernada en este siglo por un tripartito transversal; la derecha de PDeCAT y la izquierda de ERC comparten gustosamente sus proyectos. En el Estado, las diferencias ideológicas se han amortiguado también, en tanto en Alemania se mantiene la "gran coalición", que s la constatación de que la creativa dialéctica entre liberalismo y socialdemocracia ha periclitado y está al borde desaparecer. Y sin embargo, las pasiones han irrumpido en Cataluña para enturbiarlo todo. Personas "de orden", que habían asumido roles conservadores en la sociedad, que representaban en sí mismas la estabilidad convencional del europeísmo al uso, no han tenido el menor empacho en protagonizar o respaldar procesos heterodoxa, antidemocráticos, cuasi revolucionarios, de ruptura de la legalidad, embriagados por la pasión identitaria.

El libro de Baverez contribuye a explicar lo ocurrido al enunciar una polémica tesis: la Europa actual no solo se ha alejado de las religiones y del marxismo sino que también ha dejado de creer en el progreso y en la libertad. Se podrá compartir o no este pesimismo, que en Cataluña tiene sin duda fundamento, pero, pero lo que sí es seguro es que el autor acierta al vincular el heroísmo de la razón con el combate por la libertad.

En otras palabras, el conflicto catalán no tiene solución si no se produce un proceso introspectivo de amortiguación de las pasiones y de recuperación del racionalismo. Hay que erradicar de cuajo la posverdad para destruir os mitos que han calentado las disidencias y organizado las confrontaciones sobre inexistentes o tergiversados contenciosos históricos. Es preciso mirar hacia adelante con la convicción de que la frágil democracia es la única garantía real para nuestras libertades. Se debe, en fin, optar por la fría reflexión tras almacenar las creencias inflamadas sin contrastar en el baúl de las pesadillas.

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