Sólo un régimen autoritario es capaz de imponer la historia por decreto. La actual mayoría polaca, ultranacionalista, ha legislado para prohibir „so pena de castigos severos„ que se utilicen expresiones como "campos de exterminio polacos" para hacer referencia a los que construyó en el país el nazismo alemán y hitleriano. Tienen razón quienes piden fidelidad a la verdad, y es justo reconocer que los criminales que exterminaron a millones de judíos polacos eran alemanes, pero sería completamente absurdo negar, como se pretende, que entre los polacos hubo héroes que defendieron a los judíos y villanos que los delataron a la Gestapo. Todas las historias tienen dos caras.
Aquí, el régimen franquista escribió también su propia historia y redactó la de España que habíamos de interiorizar. La falsa España imperial y magnánima. Se enseñó las escuelas con gran desparpajo y hoy aquellos libros de texto nos arrancan una amarga sonrisa.
También el nacionalismo catalán ha escrito su propia historia, sin pudor alguno, recurriendo a la vieja máxima fascista de que el fin justifica los medios. También en este caso el esfuerzo resultará inútil: siempre vendrá después quien, desde la serenidad y el rigor, reescriba la historia para dejar a cada cual en su sitio.
