Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Más dura será la caída

Riiiiiing, riiiiiing -¿cuál es la onomatopeya para las musiquitas de los teléfonos inteligentes?-. ¿Diga? ¿Es usted María Amengual Salom? Sí, la misma. Le llamamos de su banco. Después de proporcionarme mi número de oficina, me quedo un poco más tranquila sobre la posibilidad de que sea un timo telefónico. De todas formas -pienso- va lista ésta si espera que por teléfono le dé algún dato relativo a mi cuenta o tarjeta. Pero no. No llama para pedir, sino para ofrecer. Concretamente, un préstamo de hasta 15 mil euros 'para lo que necesite' y 'en condiciones muy ventajosas'. Me lo explica como si ignorara que me salta la publicidad de ese mismo crédito rápido cada vez que abro la aplicación en el móvil. Le digo que no me interesa.

Después de escuchar pacientemente -otra vez- cuántas ventajas estoy dejando pasar de largo al no pedir un préstamo tan genial, le digo que lo que pasa es que no lo necesito. Me cuesta creer que los del banco no lo sepan, teniendo en cuenta que tengo allí todos mis ahorros y no tengo hipoteca, pero se lo explico por si se han perdido algo. A lo que la voz de mujer al otro lado del teléfono responde que tal vez pueda volver a llamarme en unos días 'por si lo quiero consultar en casa' o 'por si quiero cambiar de coche'. Empiezo a perder el temple.

No, no quiero consultarlo en casa, básicamente porque las margaritas no hablan, y son los únicos seres vivos con los que comparto techo. Y no, tampoco quiero cambiar el coche. Si quisiera, lo haría. Pero mi forfi de casi 10 años me sigue llevando fenomenal a donde quiero ir, así que pienso mantenerlo mientras así siga siendo. Claro que me encantaría tener un deportivo nuevo y reluciente -sobre todo por ese maravilloso olor a coche nuevo, para qué les voy a engañar-. La cuestión es que tengo otras prioridades como viajar o comprar otros aparatos que me hagan la vida más fácil. Pero la principal razón es que no me hace falta.

Por fin, me hace una encuesta de satisfacción con la llamada y cuelga. Yo me quedo pensando por qué ofrecerán préstamos de hasta 15 mil euros tan insistentemente a quien no lo necesita. Y también si -después de muchas negativas como la mía- empezarán a planteárselo a quienes sí les hace falta, pero tal vez no lo pueden pagar. Tengo varias amigas que trabajan o han trabajado en bancos y cajas. Una de ellas me contaba, al principio de la crisis allá por 2008, que habían embargado pisos con home cinema, hilo musical o jacuzzi porque los propietarios no podían pagarlo.

Y no puedo dejar de cuestionarme qué habrá sido de la mentalidad de la generación de mis padres, que se montaron el piso prácticamente con una cama y una mesa para comer para ir comprando después los muebles o los electrodomésticos a medida que podían permitírselo. Entonces me doy cuenta de que -efectivamente- no hemos aprendido nada. De que lo único que hemos estado haciendo es esperar a que amainara la tormenta económica para seguir cometiendo los mismos errores que nos llevaron a ella. Comprando cosas que no podíamos permitirnos y que -seguramente- tampoco necesitamos.

Quiero decir que las cajas de ahorros -más que nadie- concedieron préstamos sin asegurarse de que se iban a poder devolver y el agujero lo hemos pagado entre todos. También los que -por responsabilidad- seguimos conduciendo un coche de 10 años en lugar de cambiarlo cada vez que nos apetece. Cajas de ahorros en cuyos consejos de administración y tomando decisiones ha habido una nutrida representación de políticos de todos los colores, amén de sindicalistas. Para que luego pretendan insultar la inteligencia ajena echándole la culpa a la falta de intervención pública en las decisiones económicas que se tomaron. El capitalismo salvaje, ya saben.

También me gustaría saber cuántos de los que llevan años culpando a los bancos de lo ocurrido habrán aceptado gustosamente las 'condiciones ventajosas' de los 15 mil euritos 'para lo que necesite'. No hay nada más patético que un adulto que pretenda eximirse por sistema de toda responsabilidad, culpando siempre al otro de las tesituras desagradables a las que se enfrenta. Sin ni siquiera cuestionarse cuánto habrá influido su propio comportamiento en generar una determinada situación. Más dura será la caída. Básicamente porque es la mejor manera de no evolucionar y seguir repitiendo los mismos disparates. Solamente espero que esta vez -y para variar- no nos toque pagarles la fiesta.

Compartir el artículo

stats