Las buenas causas deberían exigir buena práctica. Nos cuentan que 6 presentadores de BBC -que ganaban entre los 600.000 y los 900.000 euros anuales- se bajaron el sueldo al enterarse de que ganaban más que sus compañeras. En los antecedentes de la noticia hay un escándalo por la opacidad de esos ingresos en una empresa pagada por cada británico y la dimisión de una de las afectadas.
La BBC se dice orgullosa de sus estrellas pero el director de medios explicó que "la competencia en la industria del entretenimiento se ha intensificado, mientras en las noticias ha sucedido lo contrario. Muchos de los que ahora se recortan el sueldo lograron acuerdos generosos hace años. Ese mundo ha desaparecido, y estos presentadores aceptan que un trozo de sus salarios debe desaparecer con él". O sea, que ni se bajan los sueldos de buena gana ni por buena causa ni porque el mundo sea mejor ni para que, al bajar la diferencia, las presentadoras tengan mejor salario. La lucha de clases la ganan los ricos con la guerra de sexos. ¡Viva la idiotez!
Es mejor conocer el acto de cinismo, que sitúa a los presentadores en el fenómeno neojeta, porque costaba explicar que esos periodistas fueran, al tiempo, tan destacados y tan gilipollas. Estamos hechos a que nos digan continuamente cómo debemos comportarnos pero no a que ellos se porten como idiotas. Bajarse el sueldo después de saber que las compañeras cobran menos es como encontrarse a una mujer violada y, en lugar de socorrerla, salir pitando a que, en solidaridad, lo viole a uno la misma manada. La industria de la solidaridad usada para aumentar la popularidad y mejorar la imagen de empresas y famosos nos ha acostumbrado a aceptar muchas estupideces pero ésta superaba todo.
