El año pasado se cumplieron dos aniversarios que algunos han colocado con demasiada alegría en el cajón del olvidado. El 15 de agosto de 1947 se partió en dos el territorio de la joya de la corona imperial británica, de tal forma la antigua india colonial se dividió, en un baño de sangre, en dos territorios diferentes, la actual República de la India y la República Islámica de Pakistán; por aquellas mismas fechas, en concreto el día 29 de noviembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas, resolvió recomendar la partición del territorio bajo mandato británico de Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe. No será necesario hacer hincapié en el hecho que indica que aquella resolución devino de una votación que se compuso de 33 votos a favor de la partición, 13 en contra de la misma y 10 abstenciones, votación que por tanto mantenía unas mínimas ínfulas democráticas. En ambos casos el hecho diferencial era, no tanto étnico, sino el de la identidad religiosa diversa. Sobran disquisiciones extensas para considerar que ambas separaciones, ambos despieces, han traído poco de bueno y mucho de sufrimiento, triste recordatorio de que no todo lo democráticamente nacido crece para ser una criatura beneficiosa, tanto para sus creadores como para los que la sufren.

Ahora parece que otra zona territorial padece de la misma patología identitaria, de ansiedad suma en cortar el cordón umbilical que le une al organismo superior y que se refleja en unos porcentajes de casi empate, tanto por ciento arriba, tanto por ciento abajo. Dentro de la verbena mediáticopropagandista, al autonombrado líder carismático, nuevo José Rizal de orillas del Ter, se le ocurrió hace unos días, por lo que se ve mal aconsejado, acudir a una mesa redonda o debate al que concurrieron dos profesores universitarios daneses, y en tal condición limpios en principio de posibles calificativos de ser españolistas o catalanistas; y digo que quien le asesoró para tal acudimiento le hizo un mal tercio porque le dejó a merced de dos preguntadores más que molestos y por demás peligrosos que dejaron al gerundense un tanto maltrecho y es que no se debe acudir a festejo ninguno si no se conoce la terna de oponentes de forma pormenorizada, en evitación de algún tantarantán dialéctico. La resultante fue que los enseñantes daneses resultaron ser más peligrosos que el juez Llarena.

Como uno vive en la duda, antes de escribir estas líneas me he pasado por los ojos, y sobre todo por los oídos, la intervención entera de los tres partícipes, recomiendo vivamente ese visionado, en aquel encuentro para mejor conocimiento de lo allí sucedido. Debo decir que quedé admirado tanto de la exposición académica del profesor Rosbell como de la pertinencia de las cuestiones elevadas por la profesora Wind; la una y las otras no debieron agradar un ápice al conferenciante invitado, vista la expresión de su rostro, lo cual es entendible porque la exposición y sobre todo las preguntas le colocaron dramáticamente ante la realidad esperable de una situación como la propuesta por parte algunos seguidores del citado conferenciante invitado.

La dicha exposición de los dos docentes daneses, por cierto que envidia de adecuación, y sus manifestaciones me han traído a la memoria aquel también cuento, obra curiosamente de otro danés, Hans Christian Andersen, conocido como 'El traje nuevo del Emperador', aunque quizá más recordado como 'El Rey desnudo' y es que a veces la realidad con que se nos enfrenta debiera indicarnos que vamos exponiendo nuestras desnudeces inadvertidamente. Por ventura alguien tendría que gritar al paso de éste nuevo rey bruselense, aquello de: el emperador va desnudo, aunque mi esperanza en ello es más que vana. Pero me quedo sobre todo con el planteamiento-pregunta de la profesora Wind dirigida al invitado conferenciante, en el sentido de si la visión de la futura Europa de aquel era la de doscientos pequeños estados o si para él la democracia es solo el votar o también lo es el respeto a las leyes. Brillante.

Ahora al Emperador del Norte le ha surgido un contrincante real, el Rey del Sur tabarnés, tal parece que todavía en fase de comedia (creo que fue Marx quien indicó que la historia se repite siempre, primero como tragedia y luego como comedia) aun cuando desconozco si, en éste caso, la fase trágica se ha producido ya o está aún por llegar; como si de una nueva edición de la teoría del dominó se tratase, se nos aparece ahora la posibilidad que a una Cataluña independiente le surja el sarpullido, causado por el mismo por el mismo virus "descuartizante", de una hipotética Tabarnia igualmente independiente de la anterior, que a su vez podría dar cabida a una Sabadell o una Ulldecona, con derecho a decidir, a su vez, su independencia de los dos anteriores, y así hasta el infinito.

Tan solo una cuestión se le hurto al conferenciante invitado para su respuesta, que no es otra que si admitiría una partición territorial, como las sucedidas hace más de sesenta años en aquellos otros lugares, de la zona que dice son objeto de sus querencias y por ello si aceptaría su división en dos, entre los que desean su desgaje del resto del territorio estatal y los que desean seguir vinculados a aquel estado; claro que la pregunta se las trae porque si contesta negativamente, cabría recordarle aquello de que cual es entonces la aplicación de ese tan cacareado derecho a decidir; más aún, cabría preguntarle al desnudo emperador, que si ésta en contra del derecho de un territorio a separarse de su propio territorio, porque le parece mal que otros consideran lo mismo en cuanto a igual propuesta. Algunos debieran considerar el porvenir antes de echar la bola de nieve a rodar por la ladera; a lo mejor solo consiguen causar un alud de nefastas consecuencias.

* Abogado