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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Intoxicaciones verdaderas

Las víctimas de las falsas intoxicaciones alimentarias no son los hoteleros millonarios, sino las personas que han sufrido una auténtica intoxicación alimentaria. Por culpa de la mafia instalada en Mallorca de abogados de reclamaciones falsas, ahora cuesta más creer a un cliente que denuncia un atropello culinario real. Por ejemplo, en las decenas de casos anunciados ayer mismo en un restaurante palmesano. Y la investigación que se desea descargar en la Audiencia Nacional tampoco limpia la imagen de los hoteles. La sospecha permanece, y hubiera desaparecido de plano si los establecimiento se hubieran sometido a inspecciones periódicas que descartarían cualquier reivindicación ante los tribunales. Perdón por la ingenuidad, porque los empresarios se apoderaron de la conselleria de Turismo por la derecha y por la izquierda, para asegurarse de que nadie mete la nariz en sus negocios. Y mucho menos en sus beneficios.

Trabajo de campo: En los tiempos en que había huelgas de hostelería, me apunté a un piquete capitaneado por Lorenzo Bravo, que paseaba por las tripas de los hoteles para convencer a trabajadores titubeantes y disuadir a esquiroles. Desfilábamos por las cocinas, y las alacenas mugrientas de un establecimiento de cinco estrellas invitaban a la contaminación química o biológica. Concluí que preferiría no comer allí, pero los tiempos han cambiado y el empresario figura hoy entre quienes acusan con alarde a los organizadores de las falsas intoxicaciones alimentarias ante los tribunales.

En la isla se han registrado miles de falsas intoxicaciones, pero también centenares de envenenamientos reales que no sabemos medir ni prevenir. La reacción social debería ser la misma que en cualquier parcela individual, no autorizar más establecimientos de los que eres capaz de inspeccionar, y perdón por el arranque de locura. Puede haber una justicia poética en que los empresarios que han luchado por el descontrol ahora paguen sus consecuencias, y apelen a la represión judicial que rehuían. Pero la víctima real vuelve a ser Mallorca.

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