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La ambigüedad de los Comunes

Es cierto que el futuro de Cataluña ha de pasar necesariamente por el amortigüamiento de la actual confrontación, por el debilitamiento de los frentes abiertos, por la búsqueda de zonas grises y espacios de contacto que hagan posible la convivencia en paz de personas instaladas sobre sentimientos identitarios muy distintos, que sin embargo no tienen por qué repelerse entre sí. Pero la ambigüedad no ayuda en esta búsqueda de apaciguamiento, diálogo y concordia.

Así, los comunes liderados por Colau enturbian al situación con su doble lenguaje, que parece arrancado de la célebre utopía orwelliana: obsequian con su abstención a los independentistas en la elección dela Mesa del Parlament para que no echen en falta los votos de sus diputados "exiliados" en Bruselas y al mismo tiempo negocian con ellos los presupuestos del Ayuntamiento de Barcelona, el feudo de Colau por cuya conservación es posible hacer los equilibrios necesarios. La crítica al soberanismo se combina hábilmente con la adulación a los soberanistas y la postergación de quienes no lo son.

Esta conducta de los comunes está siendo letal para Podemos, que se ha echado en sus brazos en Cataluña. Parece evidente que con este bagaje que los populistas pretenden (inútilmente) mantener oculto, la formación de Pablo Iglesias tendrá muy poco que hacer en el resto del Estado. Donde hasta la izquierda genuina le terminará dando la espalda.

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