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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Silencios, rumores y dudas

El 17 de enero, pasado mañana, se constituye el Parlament catalán en medio de una situación excepcional y no deseable con cargos electos en prisión preventiva y otros (incluido el candidato Puigdemont) autoexilados. De momento se desconoce cual será el programa de gobierno. Y por no saberse, a la hora de escribir estas líneas no se sabe cómo Puigdemont piensa plantear su Investidura. Parece que el candidato sigue empecinado en ser investido como president desde Bruselas, mediante Skype o a través de persona delegada. Parece que ERC solicitará un dictamen de los letrados del Parlament. ¿Que ocurrirá si tal informe, junto con otros solicitados por otros partidos, concluye que es imprescindible la presencia física del candidato en el Parlament para que pueda ser investido como president? Y tampoco se sabe si Puigdemont basará su investidura de nuevo en su radical unilateralismo, o sin renunciar a su objetivo final planteará un camino gradual (tal como parece proponer ERC y otros próceres de PdeCAT). Se está produciendo una desbandada entre los presos preventivos, los dos Jordis y Joaquim Forn (exconseller de Interior) reniegan de la vía unilateral y como muestra de contrición y arrepentimiento se comprometen a dimitir como diputados si el futurible gobierno de Cataluña sigue en sus trece.

Y mientras M. Rajoy, presidente del Gobierno, sigue jugando a verlas venir. Sigue practicando su deporte preferido, don Tancredo, sin que pueda intuirse ninguna iniciativa política a pesar de que incluso conmilitones significativos (sin hacerse públicos sus nombres) se lo piden. Lo que parece evidente es la imposibilidad de superar la presente crisis sin un dialogo discreto (aunque sea a través de intermediarios cualificados) entre las partes. Dialogar no tiene porqué implicar la renuncia a ninguno de sus principios básicos, pero sí renunciar a actitudes radicales que impiden cualquier cesión. En ambos bandos dominan los radicales. Los soberanistas identificados con el independentismo pretenden sus objetivos "a la carta", y parte de los constitucionalistas siguen anclados en la España "una". Las razones para el optimismo son escasas.

Pero hay más, a los populares les cuesta aceptar que están en minoría en el Parlamento. De momento, bloquean cualquier iniciativa de la mayoría. Por iniciativa de los socialistas se creó una comisión que evalúe el estado del denominado Estado de las autonomías, con la finalidad de redefinir sus competencias, su financiación, así como su capacidad de autogobierno. Los populares, "pasan". Los resultados de tal comisión deberían ser la antesala de una reforma de la Constitución. No se sabe si el presidente Rajoy se comprometió a abrir en seis meses la reforma constitucional, o por el contrario apuesta sibilinamente por una recentralización de competencias. Se retrasa ad kalendas grecas la promesa de presentar antes de final del presente año un nuevo modelo de financiación autonómica. Desde tales silencios, rumores y dudas, resulta imposible diseñar el presente, y menos el futuro, de nuestra comunidad en base a fortalecer nuestras cotas de autogobierno desde un estatuto enmarcado en un Estado federal. De "nuestro" régimen especial (REIB), nueva promesa (?) de Montoro. Mientras, seguiremos dependiendo de los caprichos del Montoro de turno transfiriendo la reducción de la deuda a las autonomías (educación, sanidad€), y a los ayuntamientos (servicios básicos de proximidad), aplicándoles la ley de Estabilidad Presupuestaria que no les permite invertir aunque tengan superávit. Y negar a la comunidad autónoma las transferencias comprometidas (68 millones para nuestra comunidad) mientras los socialistas (sic) no den el visto bueno al proyecto de presupuestos. Y el "convenio" de carreteras (240 millones) no es tal, es únicamente un protocolo (?) que a nada compromete.

Pero los silencios afectan también al presente y futuro de la economía y del bienestar. El ministro Guindos, mientras rastrea la posibilidad de un alto cargo en la UE, sigue gozando de sus éxitos macroeconómicos gracias a los vientos favorables (el precio del petróleo, el BCE comprando deuda€). Ignora que la UE, a pesar de reconocer nuestros índices de crecimiento macroeconómicos, nos avisa de que seguimos a años luz de los objetivos de desarrollo sostenible que posibilitan transformar crecimiento en desarrollo y bienestar. Entre tanto seguimos ocupando el furgón de cola en cohesión social: rentas dispares, brecha salarial, abandono escolar y de la formación posterior, riesgos reales de exclusión económica y social. Necesitamos reformas estructurales (la reforma laboral, la LOMCE, las pensiones€).

¿Y la oposición? Hablaremos de la oposición.

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