Lo que nos faltaba. Algún vecino de Bendinat ha aprovechado el frío invierno para construir sin licencia un batallón de piedras puntiagudas en la costa de Calvià. La esplanada en la que muchos de nosotros hemos pasado horas tomando el sol. O a la que simplemente accedíamos para darnos un baño. Pues ahora resulta que ni tan solo podemos dar un paseo con olor a mar. ¡Ni siquiera con botas de montaña!

Algunos mallorquines conocemos ese pequeño rincón en el que desconectar durante el verano. Incluso sé de ciertos bañistas valientes que en invierno se atreven a darse un chapuzón. Pues bien, se abre un nuevo escenario añadido al que ya conocemos como "turismofobia". Se llama "mallorquinofobia" y es una provocación a los ciudadanos de la isla que, con todo derecho, llevamos años accediendo al lugar. Entiendo además que con esta agresiva medida los vecinos buscaban un acceso exclusivo a un espacio que no les pertenece. Sin embargo, tras el revuelo mediático, el efecto será precisamente el contrario y tal vez tengan que soportar una masificación que pretendían evitar.

La ley aplicable es la ley de Costas así como las disposiciones que regulan las líneas de deslinde para el dominio público marítimo terrestre. Y la normativa es clara al respecto: la construcción está dentro del deslinde de dominio público y la competencia es exclusiva de la Demarcación de Costas. Ningún ciudadano particular puede atribuirse un derecho mentiroso a disponer de lo que es de todos. Su condición de propietario de un "chaletazo" en primera línea del mar no le confiere una especial bula divina para vallar un espacio al que todos (también los mallorquines) tenemos tanto derecho como él.

Me alegra saber que las autoridades han identificado al responsable de tan agresiva intervención y que van a abrirle un expediente sancionador. Me recuerda a las concertinas de las fronteras que se pretenden infranqueables, a los pedazos de cristal rotos que se incrustan en los bordes de los muros. Me transmite la intolerancia de los poderosos, la intransigencia de quienes quieren para su solo disfrute un trozo de nuestro paisaje.

Son muchos veranos los que llevo accediendo al lugar con mis amigos y soy testigo del comportamiento cívico y respetuoso de todos los que allí acudimos. Unos y otros nos saludamos, con independencia de lenguas y orígenes, compartimos las palas, los sándwiches y el agua fresquita.

"Nos vemos en la esplanada. A la izquierda de las rocas de Bendinat". Esa es la frase habitual que utilizábamos en el grupo de WhatsApp. Y lamentaría que pasase un largo tiempo hasta que podamos volver a decirlo. Ojalá no sea así.

*Abogada