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El precio de los presupuestos

El viejo modelo del nacionalismo periférico contribuyendo a la gobernabilidad del Estado con su apoyo a cambio de concesiones de este nos ha traído a la penosa situación del conflicto catalán. El nacionalismo es avaricioso y no tiene escrúpulos porque, en el fondo de su conciencia, cree que el fin -ese fin trascendente que es la patria- justifica siempre los medios, por inmorales que sean.

Este preámbulo viene a cuento de que el PNV está de nuevo remoloneando ante la perspectiva de que el PP reclame su apoyo para sacar adelante los Presupuestos para 2018, y ya se ha comenzado a mencionar por lo bajo la posibilidad de que el precio que Rajoy tenga que pagar sea elevado: se habla de la gestión de las cárceles vascas, e incluso del desgajamiento de la seguridad social.

Las mismas fuentes muestran su certeza de que ningún gobierno español violentará la unidad de caja de la seguridad social. Pero lo de las prisiones es otra cosa: a fin de cuentas, Cataluña ya las tiene transferidas. El caso es que estamos a punto de convertir de nuevo el Parlamento en un zoco, para desánimo e irritación de quienes creemos llegado el momento de cambiar radicalmente de política.

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