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Antonio Papell

El PSC y la polarización

Cuando se normalice la situación el binomio soberanismo-españolismo volverá a dar paso al más potente dicotomía derecha-izquierda

Dicen algunos analistas políticos que la propuesta inconcreta de indultar algún día a los responsables del golpe de mano catalán que resulten condenados -no puede haber indulto sin previa condena- le restó al candidato del PSC, Miquel Iceta, considerable número de votos el pasado 21D. Quien firma estas líneas, había manifestado en un programa de televisión poco antes de la declaración de Iceta, aunque lógicamente fuera del ámbito mitinero de la campaña, unas ideas muy parecidas, sin que se produjera revuelo alguno porque la tesis parecía poco controvertible: en el horizonte, la normalización de Cataluña requerirá el indulto de quienes hayan vulnerado el estado de derecho en su intentona separatista, siempre que -el añadido cauteloso era necesario- no hayan cometido violencia contra las personas. Y es que difícilmente podría ser de otra manera: después de una convulsión como la que hemos experimentado, y que todavía no ha remitido, la generosidad ha de ser uno de los principales ingredientes que deben cerrar el desentendimiento.

El PSC fue el segundo partido, detrás de CiU, en todas las elecciones autonómicas celebradas en Cataluña entre 1980 y 2010, con la particularidad de que en 1999 y 2003, con Maragall al mando, fue el primero en votos y el segundo en escaños. Asimismo, fue el primero en las elecciones generales en todas las elecciones desde la de 1979 -con Joan Raventós al frente- y 2008 -con Carme Chacón-. La crisis del PSC arranca, pues, en el entorno de 2010-2011, es decir, con el proceso soberanista. Todavía en 2012, con Pere Navarro al frente, el PSC fue segundo en votos en las autonómicas, aunque con un escaño menos que ERC; y la débacle se ha producido en las autonómicas de 2015 y 2017 cuando Iceta ha obtenido 16 y 17 escaños respectivamente, sus peores resultados históricos.

La llamada soberanista que se produce cuando CiU sustituye su posicionamiento autonomista por el independentismo da lugar a una gran operación intelectual y mediática de mercadotecnia. Partidos y organizaciones sociales emprenden una dura campaña basada en a) España estaría maltratando sistemáticamente a Cataluña (España nos roba); b) Ante estas agresiones, Cataluña debe "recuperar" la independencia, y c) Si lo hace, Cataluña alcanzará una prosperidad inmensa ya que dejará de financiar al resto del Estado español, pobre y pedigüeño, y ello le permitirá ser uno de los miembros punteros de la Unión Europea, a la altura de Dinamarca u Holanda.

Este planteamiento, bombardeado con creciente intensidad, ha conseguido cristalizar un sector de independentistas que parece estabilizado en los dos millones electores, (insuficiente para que su aspiración merezca siquiera atención internacional), y, sobre todo, introducir una fuerte polarización en la sociedad catalana, que no ha producido enfrentamientos violentos por la madurez de este país pero que sí ha generado una gran fractura afectiva. En consecuencia, todos los partidos se han alineado en un lado o en otro? Salvo el PSC, que, con su proverbial cordura, ha pretendido seguir ocupando la zona identitaria intermedia que en otro tiempo era la mayoritaria pero que hoy está completamente deshabitada.

El PSC, en teoría, debía haberse desmarcado completamente del independentismo (de hecho, ya han marchado los independentistas del PSC, en lo que ha sido una lenta y cruel sangría), manteniendo el catalanismo político, que está entrañado en la propia personalidad española de Cataluña. Pero no ha sido capaz de hacerse entender. 51 ayuntamientos gobernados por el PSC se inscribieron en la Asociación de Municipios por la Independencia, las alcaldesas de Santa Coloma y de L'Hospitalet, en el "cinturón rojo" de Barcelona, se opusieron al respaldo del PSOE al 155? La polarización ha sido tan intensa que los electores independentistas que votaban históricamente al PSC no lo han hecho esta vez. Y los no soberanistas tampoco han visto clara su oposición al independentismo. Iceta ha quedado en tierra de nadie.

Cuando se normalice la situación, si se normaliza, el binomio soberanismo-españolismo volverá a dar paso al más potente dicotomía derecha-izquierda. Entonces, el PSC podrá reconstruirse completamente. Pero hasta esa hora, no tendrá más remedio que pelear por mantener su espacio político, que, más pronto que tarde volverá a estar lleno de progresistas de buena voluntad.

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