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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Cola alrededor de la manzana

Compramos teléfonos cada vez más caros para hablar cada vez menos por teléfono. Incluso hemos inventado un impecable aparato telefónico que no sirve para efectuar llamadas, la tableta. El ritmo de la voz humana es demasiado lento para adaptarse a nuestra nerviosa intransigencia, los demás son exasperantes. Francamente, no podemos esperar. El primer avance tecnológico debía ser la inmediatez, la supresión de las colas y las listas de espera. Así ha sido, ya solo se hace cola para comprar tecnología. Los fanáticos de Apple acampan periódicamente junto a los almacenes de la marca en todo el mundo, aguardando el maná que engullirán sin rechistar. Están dispuestos a perder el tiempo que haga falta, para conseguir artefactos que no les permitan perder el tiempo. No persiguen un ahorro vulgar, se sacrifican a pagar un suplemento por el placer de su vigilia.

La cola de Apple da la vuelta a la manzana, literalmente. Confirma la asimetría en la percepción del tiempo perdido. Los pacientes hablan con indignación de veinte minutos en la sala de espera sin un ejército de médicos a su disposición, los pasajeros abominan de una hora desperdiciada en la terminal. Sin embargo, domestican su cólera junto a una tienda de alta tecnología. El neomasoquismo elige el método de dominación, que no es exclusiva del casi billón de euros de la firma con mayor cotización bursátil de la historia. La cola se reproduce junto a artistas como Lady Gaga. Los espectadores que acampan la noche anterior del concierto aventajan en categoría a los VIPs.

Las colas regresan como el vinilo, para excitar el prurito de la emulación. Desde que las religiones desaparecieron de la agenda, solo disponemos de tiempo para la idolatría. En los años ochenta, las abuelas de los colistas de Apple se encadenaban a las bases militares contra la plantación de armas nucleares. Ahora aguardan la bendición del alma portátil, el modelo X y por tanto pornográfico que debe diferenciarlos de los consumidores prosaicos. A continuación, exigirán el reembolso si la pizza llega con un minuto de retraso.

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