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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

El Banco de Son Banya

En dos artículos casi consecutivos, exageré la capacidad simbólica de son Banya como icono peyorativo o incluso criminal. Reconozco que comparar las finanzas del poblado con el consejo de administración de Sa Nostra supuso un golpe bajo para los primeros. Mi nulidad argumental se agravaría al equiparar a los abogados de corruptos con los letrados del narcotráfico, mucho menos peligrosos. No todo vale. Ahora que las autoridades han decidido suprimir el enclave de la geografía palmesana, ha llegado el momento de quitárselo también de la boca.

Entre otras cosas, porque en Son Banya se desarrolló una estructura bancaria ejemplar. El sistema era tan solvente que incluso prestó generosamente su músculo, para garantizar la estabilidad financiera de la sociedad que abomina de los clanes gitanos de la droga. Ya saben, criticamos a Catar por financiar el yihadismo y con la otra mano agarramos su petrodólares. O gasodólares. El poblado fue nuestro emirato palmesano, con una renta equiparable a los minúsculos estados árabes. Funcionó como prestamista de último recurso, lo saben bien los involucrados en el cementerio de Bon Sosec, ahora nacionalizado.

Una vez que los corruptos financieropolíticos y Sa Nostra no fueron suficientes para reflotar Bon Sosec, el mago de la operación se dirigió a los jeques de Son Banya en busca de financiación. La encontró, toda la que quisiera y con los porcentajes pactados. Sin un solo papel de por medio. Al igual que ocurre siempre con el dinero, al beneficiario del préstamo se le olvidó devolver con prontitud la suma acordada. No recibió un requerimiento judicial, sino la visita de una comitiva de próceres de Son Banya para refrescarle la deuda, amén de recordarle que ellos no tenían costumbre de reclamar las cantidades por los tribunales, existiendo métodos más expeditivos. El advertido devolvió, vaya si devolvió, y así fue como los rectores de Son Banya ampliaron su negocio a la hostelería o incluso a la seguridad armada. Por el bien de todos, en nuestra comunidad entrañable.

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