Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Deriva de la izquierda latinoamericana

Después de las duras y genocidas dictaduras latinoamericanas de extrema derecha de finales del siglo XX, el subcontinente viró a la izquierda para recomponerse y resucitar. Pero la aventura está decayendo hasta extremos inquietantes. Los Kirchner, sedicentemente progresistas a su manera -el peronismo sigue sobrevolando aquel país-, no han dejado buen recuerdo, y Cristina acabará pagando la corrupción política y económica. Venezuela está ya en esta fase en que el totalitarismo decae en la tragedia y en el ridículo, con la Constitución por montera y el único objetivo de mantenerse, con razón o sin ella. En Brasil, el Partido de los Trabajadores ha decepcionado a todos, y el santón Lula da Silva tampoco pueden lucir la hoja de servicios que correspondería a un líder obrero. En Nicaragua, Daniel Ortega, el viejo revolucionario sandinista, está ya al frente de su presidencia vitalicia, como los sátrapas que combatió. Y en Bolivia, Evo Morales, que perdió claramente un referéndum en que se jugaba la posibilidad de la reelección, ha decidido rectificar al pueblo mal aconsejado y ha anunciado que repetirá mandato. El poder y/o el dinero se han sobrepuesto a los principios.

La corrupción no es de derechas ni de izquierdas, ni tiene patria. Puede haber matices estéticos en la diferencia, pero en el fondo quien violenta la moral y traiciona el servicio público carece de principios y no es de fiar. Pero es más repugnante la deriva de quienes se llenan la boca de grandes palabras -solidaridad, igualdad, redistribución- y acaban traicionando a quienes en teoría salieron a defender.

Compartir el artículo

stats