Diario de Mallorca

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La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha hecho un comentario sobre sus preferencias sexuales en un programa de esos con los que las televisiones se hacen con buena parte de los espectadores en periodos de máxima audiencia. Gracias en particular a cosas como ésta. La señora Colau le confesó al entrevistador que había tenido dos novios, con la particularidad de que el segundo había sido una novia en realidad.

Aunque me cueste imaginar qué le podría importar a nadie ni la cantidad de novios de la que pueda presumir una figura sobresaliente de la política española, ni el sexo de éstos, cabe entender que a quienes sintonizan un programa que se llama "Sálvame Deluxe" les deben apasionar semejantes confidencias. Pero lo que resulta ya mucho más extraño es que el periódico de más difusión de todo el país si exceptuamos a la prensa deportiva, uno que presume de la seriedad y rigor de sus contenidos, incluyese el episodio de la salida del armario (no sé si se dirá así en el caso de la bisexualidad, pero ya me entienden ustedes) de la alcaldesa de la Ciudad Condal en un apartado que la edición digital del diario al que me refiero denomina "Destacado".

¿Qué habría de destacable, en clave política, a partir de una bazofia más del cotilleo institucionalizado? Quizá la solución la dé el hecho de que las redes sociales se hayan volcado aplaudiendo la valentía (¿) de la señora Colau. Quienes se apresuran a dar su opinión sobre lo que ven y oyen han visto en el gesto de la alcaldesa la reacción de una persona sincera y sencilla contra la España casposa. Pero tras tales comentarios hay un hecho que merece la pena recordar.

Ada Colau, además de alcaldesa, promueve una lista electoral que se presenta a las elecciones del 21 de diciembre con posibilidades amplias de convertirse en la llave para la gobernabilidad de la Generalitat, siempre que enderece la tendencia a la baja que le otorgan las encuestas de intención de voto. Obtener una imagen favorable supone, en tales circunstancias, poder hacerse con un puñado de papeletas esquivas que quién sabe si al final servirán para que la coalición auspiciada por Colau tenga en sus manos la baza más decisiva para definir el futuro inmediato de la política catalana. Si, sea verdad o no, dicen que a un rey de Navarra le parecía que París bien vale una misa, qué duda cabe que el Palau de la Plaça de Sant Jaume bien vale retratarse como libre y progresista.

Lástima que, ¡ay!, corran tiempos en los que es obvio que las redes sociales son coto preferente para la manipulación. No sé yo si a Assange le preocuparán los novios que haya tenido „sea verdad o no, una vez más„ la alcaldesa Colau. Pero tampoco cabe desechar la hipótesis de que buena parte las reacciones a su gesto de liberalidad hayan salido de las filas de su gabinete electoral.

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