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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Hemos vendido hasta el paisaje

Los mallorquines se han convertido en un serio obstáculo para disfrutar de Mallorca. Un alemán se compra la finca de Fartàritx en Pollença, lo cual conlleva la adquisición de cada piedra, de cada paisaje, del subsuelo, del aire que flota sobre el terreno y, por supuesto, de la luz del sol que ilumina el conjunto. Con la adquisición, la propiedad queda desgajada del resto de la isla. Usted no tiene derecho ni a mirarla. Cuanto menos a transitarla, según descubriría un senderista indígena que se apoya en la figura caducada de los caminos públicos para atreverse a fotografiar el entorno y colgarlo en las diabólicas redes sociales. El dueño absoluto le conmina a suprimir el material gráfico, en el tono amenazante clásico de los suecoalemanes que se han quedado con el suelo mallorquín.

La reclamación nos parece justa pero insuficiente. Cualquier mallorquín que se atreva a levantar los ojos del suelo para enfocarlos hacia la finca de un suecoalemán, debe ser encerrado en la celda contigua a Oriol Junqueras, y por los mismos motivos sediciosos. Los latigazos no son imprescindibles de momento. Hay que frenar a los indígenas que se resisten a integrarse en la nueva realidad de Mallorca, y que pretenden que llevar medio siglo en la isla les confiere algún derecho, cuando no tienen ni para pagarse una finca en condiciones.

Nos han quitado hasta el paisaje, con la matización de que lo hemos vendido. Los genios inmobiliarios han ocultado a los compradores que una isla con un millón de habitantes y más de diez millones de visitantes anuales obliga a un replanteamiento, que anula el concepto clásico de propiedad. Quienes les prometen intimidad son unos estafadores, los excursionistas locales que no importados se erigen en el modesto recordatorio de la isla que un día funcionó a escala humana. Y no es la primera vez que el propietario de Fartàritx intenta imponer su dominio absoluto del entorno. Al intervenir en otro foro con idéntico propósito, fue despachado con un perentorio "Arruix", que suena a corso. La resignación no es la respuesta. Ocupad Mallorca.

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