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Antonio Papell

La ardua tarea de ser joven

Las estadísticas más frecuentes nos mantienen informados de que todavía la juventud está en una situación muy difícil a consecuencia de la pasada crisis. Uno de los datos más explícitos es el elevadísimo desempleo juvenil: las últimas cifras de la OCDE registran que el 38,6% de los jóvenes españoles entre 15 y 24 años están desempleados, A continuación computan Italia (35,5%) y Grecia (30%) mientras que en países como Alemania, Islandia o Japón la tasa de paro entre jóvenes no alcanza el 7%. Otro dato negativo es el porcentaje de los jóvenes "ninis" -que ni estudian ni trabajan- cuya tasa sigue siendo en España considerablemente superior a la media europea según un cuadro de indicadores sociales publicado en noviembre por la Comisión Europea.

Ahora, el acreditado colectivo Politikon ha publicado un informe/libro titulado El muro invisible: las dificultades de ser joven en España (Debate), que es un análisis riguroso y extenso de este inquietante enunciado. Toda vez que si antes de la crisis el desempleo y el riesgo de pobreza se correspondían con los estadios sociales más maduros, hoy afectan sobre todo a los jóvenes. De hecho, antes de 2008 abundaba el abandono escolar porque el mercado de trabajo captaba rápidamente a los más jóvenes e inexpertos con buenos salarios, y hoy por el contrario el empleo que consiguen los recién salidos del sistema educativo es altamente precario y está muy mal pagado. Lógicamente, esta situación dificulta la emancipación de las nuevas generaciones y la realización personal de sus miembros, que se emparejan y tienen hijos cada vez más tarde.

Politikon, en su página web, desgrana algunos indicadores que resumen el problema: entre 2004 y 2016, la renta mediana por persona de los mayores de 1964 subió un 5% en tanto la de los jóvenes entre 18 y 24 años bajó un 20%. En el mismo periodo, el riesgo de pobreza de los jóvenes se incrementó en un 16%; en la actualidad, el 40% están en riesgo de pobreza: viven en hogares que ingresan menos del 60% de la renta mediana. En cambio, las pensiones sí han sido capaces de proteger a los más mayores: en 2006, más un 30% de los mayores de 65 años vivía en riesgo, pero hoy la cifra se ha reducido al 14%. La temporalidad es otro de los problemas: hoy, el 73% de los jóvenes menores de 24 años son temporales, y entre 2007 y 2016 se destruyó el 64% del empleo temporal de los jóvenes. Todo ello ha acentuado la gran caída de la natalidad en las últimas décadas (desde 2,9 hijos por mujer en 1972 a 1,3 actualmente) y un retraso de la edad media de las madres primerizas: de los 25,8 años en 1985 a los 30,7 años actualmente.

Lo sustantivo del informe mencionado es que llega a la conclusión de que los mecanismos del Estado de Bienestar no resuelven estos problemas, o no los abordan con suficiente energía. "España es relativamente buena sacando a los pensionistas de situaciones de riesgo de pobreza -las pensiones funcionan-, pero es de los peores países de Europa al hacer lo mismo con los niños y los jóvenes". Naturalmente, este objetivo es mucho más complejo que aquel.

Este tipo de análisis, que saca a la luz en términos concretos un problema muy evidente que no está siendo tratado con suficiente interés por el establishment, explica ciertos fenómenos políticos que nos inquietan y nos abruman. Porque de los datos mencionados, y de las nulas expectativas de que se tomen medidas que corrijan la situación, los jóvenes tienen perfecto derecho a deducir que el sistema establecido no les ampara, por lo que pueden legítimamente apostar por otro distinto que se muestre más receptivo y que les proporcione al menos otros horizontes menos pasivos y pesimistas.

El populismo, ciertas formas de nacionalismo particularista y el desapego manifestado en forma de absentismo político y electoral son las consecuencias de una situación inadecuada de los jóvenes que habrá que abordar más pronto que tarde si se les quiere involucrar en el proceso de cambio constitucional que una aparente mayoría plantea.

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