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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

El PP acaba con la cultura

Un año más, el Partido Popular ha reclamado con una enmienda a los Presupuestos de la Comunitat la supresión de la conselleria de Cultura. La considera un "gasto superfluo". Justo esta semana hemos conocido la encuesta nacional sobre inversión de las familias de Balears en esta materia absurda y desdeñable en opinión de los conservadores. Unos 325 euros por persona. La parte del león se la lleva la compra de series y películas en plataformas de televisión e internet, pero aún así el archipiélago se sitúa en séptimo lugar a escala nacional en este concepto que sirve para explicar niveles de evolución, desarrollo personal y calidad de vida. Solemos estar a la cabeza en otros asuntos como la corrupción gracias al PP, así que un puesto número siete en crecimiento y perfeccionamiento del espíritu no está del todo mal. Podría pensarse que dado el desprecio de los populares por la cultura siempre la dejaron de lado en sus correrías por las alcantarillas del poder, mas no. Hace un par de meses el ínclito Jaume Matas se sentó en el banquillo por enésima vez con el propósito defender el gasto de 1,2 millones de euros en la contratación a dedo del arquitecto Santiago Calatrava para construir el edificio singular de una ópera delante de la Catedral. Solo las dos maquetas, el vídeo y una presentación que jamás se realizó costaron semejante dineral, aunque acabaran sepultados en un sótano del que solo salieron para servir como prueba de la gestión delictiva del también exministro, condenado en esta causa a siete años de inhabilitación por prevaricación y a devolver los 1,2 millones. Queda demostrado que no hace falta que ames la música, la ópera y la cultura para que te sirvas de ella para tus tejemanejes. El hecho de que el PP quisiera en su día tapar la Seu con un adefesio del polémico Calatrava no significa que sus miembros frecuenten las salas de conciertos, las representaciones de bel canto, ni siquiera los talleres de arquitectura contemporánea. Muy por el contrario, hay formas de hacer política que está intrínsecamente reñidas con el cultivo del pensamiento en la faceta que sea. Tal vez se han dado cuenta de que para no caer jamás en la tentación de despilfarrar nuestro dinero en proyectos culturales delirantes lo mejor es suprimir todas las artes, o mejor, dejarlas convertidas en materias de segunda que dependan administrativamente de consellerias más importantes.

Como por ejemplo Agricultura, que al fin y al cabo termina igual, y cuya existencia nadie cuestiona pese a su cada vez mayor irrelevancia en relación al Producto Interior Bruto (PIB) de Balears. Pero claro, una cosa es una manifestación de tractores, y otra una de actores. Considero una irresponsabilidad el empeño de la oposición conservadora por fomentar la intrascendencia de la cultura y de las industrias que la articulan para lograr rédito político. La vía de abandonar sus competencias y su repercusión social en otros departamentos, y asociar su nombre y actividad a clientelismo, amiguismo y cuotas solo favorece su descrédito. Dichas malas prácticas, por lo demás, nos devuelven directamente otra vez a Matas y sus velódromos, a sus contratos publicitarios, a los escándalos en sus empresas públicas y etcétera. O sea, al PP. Así que de los productores de "la escuela pública adoctrina y no tiene calidad" llega ahora al debate parlamentario "la cultura debería ser un saldo", dos malos filmes de ciencia ficción para no verse obligados a rodar dramas judiciales y películas de atracos, que son su especialidad.

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