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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Son Busquets

He leído con suma atención la información que publicó el miércoles el diario, que hacía referencia a una iniciativa de Arca solicitando que el ayuntamiento de Palma reconsidere el proyecto de Son Busquets, donde se prevén 831 viviendas sociales y una población de 2.500 habitantes además, lógicamente, de los pertinentes equipamientos públicos y zonas verdes. La iniciativa surge en consonancia con la noticia de que la Comisión de Medio Ambiente va a dar respuesta al estudio de impacto ambiental que acompaña al PERI que posibilitará el futuro desarrollo de los 110.000 m2 de los terrenos del antiguo cuartel de artillería. Arca argumenta que los terrenos no pueden ser considerados un solar sino una oportunidad única para Palma para "ganar calidad y originalidad urbanística y conservar el patrimonio de la historia reciente de la ciudad". Propone el mismo número de viviendas y equipamientos conservando los edificios actuales y el resto de viviendas previstas y zonas verdes en los espacios vacíos existentes.

Arca es una entidad seria, con un acreditado servicio a la conservación del patrimonio de la ciudad, por lo que creo que su propuesta tiene todos los requisitos para ser tomada en consideración. No obstante, y esperando que el lector sepa disculpar el atrevimiento de este columnista que, ni es urbanista ni un especialista en patrimonio ni tiene conocimiento fundado del PERI, aunque alguna experiencia tiene en gestión pública, me gustaría expresar mis dudas respecto a la propuesta, quizá necesitada de un mayor desarrollo que permita un juicio absolutamente equilibrado. De entrada hay que decir que desde la actual perspectiva del desarrollo de las ciudades no se puede sino estar absolutamente de acuerdo con Arca en que hay que olvidar la idea antigua de destruir arrasando los rastros de la historia reciente. Pero creo que, de la misma manera, no puede hacerse de ello un principio absoluto, pues los rastros recientes no necesariamente gozan de los valores que los harían dignos de ser mantenidos. Y aun así, en la medida que puedan tener algunos, a veces puede darse el que estén en contradicción con otros valores de rastros antiguos o de necesidades modernas. Se me ocurren algunos ejemplos, como el antiguo cuartel de caballería o el Teatro Lírico, que dieron paso a un moderno Hort del Rei o al esplendor del Palau de la Almudaina; el edificio de los juzgados en la trama urbana medieval. De la dificultad de adaptar edificios antiguos a necesidades modernas da fe, por ejemplo las instalaciones del antiguo cuartel de intendencia en la calle Socorro. Es muy fácil dar la consideración de edificio a proteger, calificándolo como equipamiento, pero darle una utilidad social clara con un asumible gasto de mantenimiento es un sudoku a veces de difícil solución. Un ejemplo del éxito tantas veces esquivo lo proporciona la transformación del antiguo Escorxador de la ciudad. Un reto pendiente es el destino que le vaya a dar el ministerio de Defensa al edificio militar de ingenieros de la avenida Gabriel Alomar, de arquitectura muy valorada, que el ayuntamiento, propietario, canjeó en los años ochenta por el solar de las estaciones.

Volviendo a Son Busquets, haría dos consideraciones. Una de ellas tiene que ver con la falta de armonización entre la trama interna de viales y espacios libres del antiguo cuartel con la trama urbana que ha ido creciendo al norte y al sur, entre las carreteras de Valldemossa y Sóller. Imagino que el proyecto que impulsa el ayuntamiento persigue, entre otras cosas, la racionalización de la trama para conseguir su continuidad, ahora interrumpida. La otra tiene que ver con la idea de la conservación de los hangares. Éstos, sin duda, gozan de la consideración de historia reciente, pero permitan los especialistas de Arca que ponga en duda el valor patrimonial de tales edificios que aconseje su conservación. La propuesta de convertirlos en viviendas entraña un cúmulo de dificultades y de costo económico considerables para adaptarlos a los requerimientos de todo tipo ( aislamientos térmicos, dimensiones de las aberturas al exterior, requisitos estructurales, etc.) que exigen las normas vigentes de edificación.

Uno tiene la obligación de cuestionarse las iniciativas municipales que, por el hecho de serlo, no merecen el asentimiento sin más, como se ha demostrado en tantos y tantos casos en nuestros días, cuando la administración debería ser receptivo a ese Zeitgeist que invoca, con toda razón Arca. Ejemplo de esas iniciativas desgraciadas fue por ejemplo el actual parque de las estaciones, absolutamente condicionado por las necesidades temporales de la ventilación de los gases de la maquinaria diesel en la estación, que será sustituida en el futuro por la eléctrica. O la destrucción del diseño de la plaza de España de uno de los arquitectos más representativos de la arquitectura palmesana como fue Bennàssar, por un desvaído, anómico, quebradizo pavimento que contiene esos arriñonados espacios verdes, tan de arrabal, extrañamente conjugados con lo que queda de Bennàssar: la estación meteorológica. Para concluir, uno desearía que la propuesta de Arca se especificara con más detalle para poder juzgar con más elementos de juicio su posible viabilidad y que pudiera contrastarse con una publicitación adicional por parte del ayuntamiento del PERI en curso, para facilitar el debate que se promueve desde la entidad conservacionista, tan necesario, tan imprescindible, para sentirnos eso, protagonistas de nuestra ciudad, ciudadanos.

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