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Norberto Alcover

Toma de posesión

Tras casi un año como Administrador Apostólico. D. Sebastián Taltavull tomará posesión de la Diócesis de Mallorca el inmediato 25 de este mismo noviembre, en nuestra Catedral, su sede episcopal. La prolongada espera ha procurado cierta disminución de los comentarios sobre este acontecimiento, pero este detalle puede hasta resultar positivo para D. Sebastián, que llega a su diócesis en una situación de menos contradicciones que hace meses. Es evidente que se le aguarda con deseos de comenzar una nueva andadura por razones obvias, pero ya conocemos su personalidad, su estilo y no menos sus posicionamientos referenciales. En estas circunstancias, este periodista pretende reflexionar principalmente sobre cuanto ocupa con inteligencia y con corazón a la llegada de quien tomará posesión de esta diócesis mallorquina. Cuando la sociedad y la Iglesia viven oscilantes vértigos de parto. El futuro llama a la puerta y no admite dilaciones escurridizas. La creatividad se impone.

Estoy esperanzado desde la fe en la presencia de nuestro Dios a través del acontecimiento que nos ocupa. Si no mediara esta convicción radical, tal vez guardaría una actitud menos abierta al inmediato futuro. Nuestra sociedad isleña lleva años azotada por fantasma de plural naturaleza que, en pura lógica encarnacionista, afectan al corazón diocesano, a su línea de flotación. Un sistema de valores parece haber caducado, pero en absoluto contamos con otro alternativo. Es una sociedad del low cost, de la pequeña estrategia, del minimalismo ideológico, en la que las cosmovisiones, las ideas globales, las estructuras válidas hace diez años repugnan: salvo en economicismo que lo invade todo, pero que sabemos a merced de cualquier burbuja. Nuestra sociedad esconde su fragilidad bajo la arena de un desierto cada vez más invasor. Todos lo sabemos y casi nadie se esfuerza por remediarlo. Pero las macrocifras funcionan, los descartados guardan silencio, y vivir bien es un horizonte al que nos entregamos con los ojos vendados. A esta sociedad llega D. Sebastián Taltavull, y seguramente él lo sabe mucho mejor que yo. Su información tiene que ser excelente.

Y sin embargo estoy esperanzado como hombre de fe, repito, en la presencia misteriosa de Dios en la historia humana. En esta "toma de posesión". Porque tengo la seguridad de que la persona que nos llega guarda relación estrecha con el "estilo Francisco", es decir, con la actualización decidida del espíritu del Vaticano II, superados los exagerados optimismos ante cualquier contaminación de esa "mundanidad espiritual" que el papa actual denuncia una y otra vez. Nada de diluir la solidez eclesial, pero sí apertura de ventanas al aire de los tiempos, en una recuperación de la encarnación evangélica y evangelizadora. Desde hacía años, no tenía tanta esperanza en un auténtico "cambio meditado y decidido". Desde una objetiva visión clarividente de la realidad, su correspondiente discernimiento evangélico, y en fin, la urgente toma de medidas que imprima un renovado vigor a estructuras, estilos y personas. Es posible conseguirlo. Y apuesto por el proyecto de D. Sebastián, como apuesto por el de Francisco, a pesar de las reticencias que provoca. Sin contradicciones no hay transformaciones. Lo sabemos muy bien.

Pero llegados aquí, aparecemos quienes formamos parte del pueblo de Dios en Mallorca, en nuestra diócesis isleña. La historia cotidiana nos ha golpeado como creyentes de toda tipología, y tal vez hayamos retirado las manos del arado individual, en ocasiones, hasta del colectivo. Nos preguntamos qué hacer cuando nos vienen mal dadas, y podemos pensar que el nuevo obispo lo intentará?pero que apenas conseguirá algo que reanime el cuerpo diocesano. Es preciso cambiar también de actitud histórica y eclesial, para asumir la segura presencia de nuestro Dios en este preciso momento y poner de nuevo las manos en el arado que decida quien tomará posesión de nuestra diócesis. Vivir "a la contra" solamente aumentará nuestra responsabilidad por omisión, y soñar sueños diferentes al que se nos proponga nos convertirá en "adversarios de la providencia". Sin una decidida opción por los cambios del nuevo pastor, será imposible llevarlos a cabo. Porque la Iglesia es Pueblo de Dios y los pueblos todos o tienen una dinámica solidaria o nunca salen de las falsas alternativas. D. Sebastián, somos todos nosotros, los creyentes en el Jesucristo del Padre, de la historia. Por ahí caminará la paternidad. En una palabra, incansable, consulta a los bautizados y su correspondiente adhesión al pastor.

Con la capacidad de un cambio meditado y decidido en manos del nuevo obispo y de una colaboración sincera y comprometida en las nuestras. La Iglesia de Mallorca aparecerá como un "instrumento de transformación social" no menos ingente. Estará presente en nuestra sociedad desde una renovada adhesión al Evangelio, desde una capacidad evangelizadora tan respetuosa como evidente, pero sobre todo desde una convicción en fe de que todo es posible para quienes ponen su esperanza en el Santo Espíritu, que habita en cada uno de nosotros. Todo es gracia pero tal gracia nos convierte en su instrumental. Y por ello mismo, este momento nos remite a la propia conciencia, en la que nos jugamos nuestra posición eclesial. No valen neutralidades tibias, solamente vale la adhesión fraternal a un necesario "proyecto de cambio", que seguro existirá.

Sacerdotes, religiosos/as, y laicado tenemos la oportunidad de celebrar la "toma de posesión" de D. Sebastián Taltavull con una esperanza fundada, y él mismo de comenzar su ministerio episcopal en Mallorca con una mayor esperanza todavía, la que le regala quien lo eligió para esta tarea apasionante. La fidelidad a Francisco, quien es del todo fiel a Jesucristo, será una garantía de futuro. Un futuro que ya es, por fin, presente, y que lo decimos como garantía final, se fundará en la misericordia del buen Pastor, que da la vida por sus ovejas.

Feliz "toma de posesión", D. Sebastián.

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