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Vuelve el ´oro de Moscú´

Del cargamento enviado al inicio de la Guerra Civil a la injerencia rusa en la difusión de noticias falsas sobre el contencioso catalán

Si hemos de creer la versión de algunos medios, regresa al terreno de la polémica periodística el "oro de Moscú", aquel mito que fomentó la dictadura franquista, bien para justificar los efectos perversos de su política económica, bien para aludir a las fuentes de financiación de sus opositores políticos, principalmente los comunistas.

La historia se remonta a los primeros meses de la Guerra Civil española, cuando el gobierno de la República, preocupado por el rápido avance de las tropas de los sublevados hacia Madrid, acordó enviar a refugio seguro la mayor parte de las reservas de oro del Banco de España, entonces las cuartas del mundo gracias a los beneficios que había supuesto para el país la neutralidad española en la primera Gran Guerra. Se especuló con varios destinos pero al final se impuso el criterio del entonces ministro de Hacienda, Juan Negrín, de enviar el oro a la Rusia soviética, previo acuerdo con Stalin. Un proyecto que contó con el apoyo del jefe del gobierno, Largo Caballero (el "Lenin español", como le llamaban en algunos círculos), y del presidente de la República, que era entonces Manuel Azaña. A tal efecto, el 14 de septiembre de 1936 se transportaron por ferrocarril hasta la base naval de Cartagena 510 toneladas de oro, un 73% del total de las reservas depositadas en el Banco de España. Y desde allí (el mismo lugar de donde había partido cinco años antes hacia el exilio Alfonso XIII) poco más de un mes más tarde (25 de octubre) embarcaron rumbo al puerto ruso de Odesa a bordo de cinco buques de esa nacionalidad.

Se ha especulado mucho sobre el destino de ese cargamento de oro (hoy equivaldría a 12.200 millones de euros) y sobre su utilidad para la causa de la República que necesitaba urgentemente aprovisionarse de moderno armamento para combatir a un ejercito más profesional que estaba siendo apoyado generosamente desde el primer momento por Italia y Alemania. Algunos historiadores apuntan a que la factura de la guerra fue muy alta en la zona republicana y, por esa razón, ya en el último año de la contienda no quedaban reservas que vender. En cualquier caso, la leyenda de su pervivencia le sirvió al régimen de Franco para justificar penurias económicas iniciales, y en los discursos de la jerarquía era frecuente la alusión al "oro de Moscú" y a los dineros robados por los comunistas. Nada de eso resultó probado pero la leyenda se convirtió en tópico durante toda la vigencia de la dictadura.

Hasta hace unos días, cuando la posibilidad de la injerencia rusa en la difusión de noticias falsas sobre el contencioso catalán hizo rebrotar la polémica. Si bien con la diferencia no pequeña de que ahora no son los comunistas rusos los que agitan el tablero político sino los rusos procapitalistas que comanda un ex agente secreto soviético que se llama Vladimir Putin. Y el primer medio en hacerse eco de esa supuesta injerencia fue el diario El País, que sostiene la tesis de que desde redes sociales radicadas en territorio ruso se promueve, vía independentismo catalán, una desestabilización política generalizada que favorecería la implantación de un nuevo modelo de sociedad. Vuelven las tesis conspirativas.

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