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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Maza sienta al PP en el banquillo

Rajoy ha servido al menos para demostrar que Pedro Sánchez no merece ser presidente del Gobierno. Para lograrlo, el inquilino de La Moncloa ha poblado el PP de delincuentes, a fin de demostrar la impasibilidad del secretario general socialista ante la corrupción. En el último episodio, el Partido Popular al completo se sentará en el banquillo, por sus 35 golpes de Estado a los ordenadores de Bárcenas requeridos por el juez Ruz. Se trataba de un ensayo con todo para el 155, donde los populares han demostrado que ellos son la ley. Su defensa de la destrucción del material informático debe ampararse en la reivindicación ludita o antitecnológica, imprescindible en una formación conservadora. Ya les había dado suficientes disgustos la corrupción telefónica o de mensajería instantánea, para permitirse los diabólicos ordenadores.

La ironía no es una virtud asociada habitualmente a los escritos judiciales. Sin embargo, no puede ser casualidad que el auto de la Audiencia de Madrid que lleva a juicio al partido de Rajoy en pleno, porque "los investigados quisieron impedir que se aportara la información destruida", se base por tres veces en otras tantas sentencias dispares de un magistrado del Supremo llamado José Manuel Maza Martín, a quien se cita. En efecto, se trata del fiscal general reprobado del Gobierno. Dado que la fiscalía se ha apartado cuidadosamente de la acusación en salvaguarda del PP, cabe hablar de sarcasmo judicial en la pluralidad de evocaciones al triste líder del ministerio público. Los jueces lo han abducido.

Maza sienta en el banquillo al PP en pleno, pese a que su objetivo consistía en liberar al partido de toda sospecha mientras encarcelaba a políticos catalanes. Donde yerra el auto demoledor es al suponer que los dirigentes populares querían borrar la información contenida en los ordenadores. Teniendo al fiscal general reprobado de su parte, no necesitaban inutilizar la información. Los 35 mazazos pretendían simplemente demostrarle al juez Ruz quién manda aquí. En su honor, el magistrado solo se dejó intimidar al cincuenta por ciento.

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