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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

Mutua incomprensión

Hasta una lectura de la prensa madrileña desde que cobró actualidad por el llamado procés el tema de Cataluña para hablar de un problema profundo de incomprensión.

Una incomprensión de larga data, de la que se quejaba Miguel de Unamuno cuando en 1907, en carta Azorín, escribía lo siguiente a propósito de la prensa de la capital:

"Merecemos perder Cataluña. Esta cochina prensa madrileña está haciendo la misma labor que con Cuba. No se entera".

La agresividad, casi unánime, de la prensa madrileña en el tema catalán deja pocos resquicios para un análisis sosegado del problema como el que encontramos en algunos medios extranjeros nada sospechosos de izquierdismo.

Por ejemplo, el influyente semanario británico The Economist critica entre otras cosas que el Estado español no haya pensado en ubicar en Barcelona ninguna institución importante.

Así, decimos nosotros, en Alemania, país que nuestro Gobierno del PP toma siempre como modelo para lo que le conviene, el importantísimo Tribunal Constitucional se encuentra en Karlsruhe.

Y, por razones sobre todo históricas, la prensa importante de ámbito nacional no es allí la de Berlín, sino la de Hamburgo, Fráncfort o Múnich, descentralización que afecta también a las televisiones públicas.

Esto no es aplicable por supuesto a un país de tradición tan centralista como Francia, donde parece existir sólo París, pero el nuestro debería optar a parecerse al menos en eso a Alemania.

Lo mismo ocurre con nuestra red de comunicaciones, con inversiones forzadas en infraestructuras radiales a cargo del erario público y en detrimento muchas veces de la periferia.

Dicho todo esto, es cierto que la prensa catalana, sobre todo los medios públicos como TV3, no se diferencia en mucho en cuanto a manipulación informativa de la televisión del Estado, lo que contribuye a agravar la mutua incomprensión.

Porque, entre otras cosas, no se ha sabido o querido explicar bien allí lo que significa la independencia de una parte del territorio nacional en una Europa que aspira a borrar las fronteras en lugar de levantar otras nuevas.

Y es que ¿de qué independencia estamos hablando? ¿Independencia acaso de la España del PP y del PSOE, el viejo y cómodo bipartidismo que la prensa madrileña parece echar tanto de menos?

¿Qué otra independencia tendrá un Estado todavía más pequeño que aquél del que ahora Cataluña forma parte en la Europa de las finanzas, del BCE, de los mercados y de los hombres de negro?

Mientras que las derechas, ya sea la catalana o la del resto del Estado, tienen muy claro sus intereses, las izquierdas andan como perdidas muchas veces en sus estériles laberintos identitarios. Es hora de que despierten.

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