Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Víctima de un Jordi

El presidente de la Asamblea Nacional Catalana ha logrado lo que nadie ha conseguido hasta el momento: que un compañero de celda exija un traslado urgente a causa del coñazo independentista. No es difícil imaginarse la escena. El cansino, insistente y enajenado Jordi dándole la tabarra todas las noches al pobre preso que, desesperado ante tanta matraca, no ha tenido otra escapatoria que deshacerse de sujeto tan pelmazo, solicitando un inmediato traslado, pues estaba en juego su salud mental y no quería sufrir una doble condena. La pena causada por sus delitos y otra mucho peor: la de estar obligado a padecer la cantinela soberanista del sedicioso. El preso, además, ha confesado que Jordi Sánchez le produce una grima especial y que siempre se ha sentido inquieto e incómodo en su presencia. No es difícil solidarizarse con este preso. Desde aquí, nuestro apoyo moral. Lo único que le faltaba para que sus días en prisión fuesen más duros: ser víctima de uno de esos Jordis fanatizados. Lo que le ha sucedido al preso de Soto del Real es, salvando las distancias, lo que le está sucediendo a muchos de nosotros que, llegados a un punto, podemos admitir los deseos separatistas de cada cual. Lo que no es tolerable es la tabarra, la pesadez, el coñazo. Eso es imperdonable. Llevamos demasiado tiempo soportando este delirio, esta hinchazón mental y sentimental, de unos seres sobredimensionados. Sin duda, alguien les ha hecho creer durante años y años que son más importantes de lo que en realidad son. Los guías de un pueblo hipnotizado por las consignas, el victimismo, el junquerismo llorón y el forcadellismo histérico. Tal es su ceguera que, por supuesto, han pasado por alto su estruendoso ridículo. Una votación clandestina con la mitad del parlamento ausente, un presidente que, desde la casa de su suegra, anima a la resistencia para acto seguido largarse. Patético. Y, mientras tanto, allá en la celda, Jordi Sánchez martirizando a un pobre e indefenso preso que ha tenido que escuchar y soportar las sandeces inflamadas de un mediocre aspirante a mártir. No es justo, y han hecho santamente las autoridades de Soto del Real en atender las demandas de este preso, agobiado. Se ha limitado a pedir asilo físico y mental en otra celda.

Se puede ser de todo en esta vida, como nos recordaba Michi Panero, pero nunca un coñazo. El preso en cuestión pidió independizarse del independentista cargante, para quien no hay otro tema en la vida digno de ser tratado que no sea ése. Los líderes del secesionismo, trastornados por su propia obsesión, también comparten a gran escala esta tara: ser por definición unos coñazos de tomo y lomo. Hablan en nombre del pueblo de Cataluña, pero sólo se dirigen a quienes les apoyan de forma incondicional. No quieren ciudadanos libres, sólo quieren fieles, feligreses, adictos. No seres pensantes, sino seres de fe inquebrantable. Basta con atender a sus declaraciones: están a muerte con el líder. En esta fallida y ridícula república catalana hay mucho de circo, y me refiero a esos payasos tétricos que intentan arrancar alguna sonrisa y lo único que consiguen es una mueca de malestar, una sonrisa que parece más bien un rictus de acidez crónica, una infección melancólica que afecta sobre todo a quienes chocan de frente con la realidad. Uno no entiende cómo sus seguidores no se sienten estafados, no por España, sino por sus cobardes guías espirituales.

El sermón intragable de Jordi Sánchez tratando de venderle la república catalana a su compañero de celda. Vamos, que la república de marras es sinónimo de paz mundial. No hay derecho a ser pesado. Nadie tiene derecho a devastarnos con sus creencias monocordes. Sólo por ello, el preso merece la liberación. Ha aguantado demasiado.

Compartir el artículo

stats